Recuperación y reconocimiento
Como se sabe, el Real Museo de Pinturas y Esculturas, que muy pronto adoptó el topónimo de Museo del Prado, se fundó en el siglo XIX y ahora en el siglo XXI abre la ampliación más ambiciosa de su historia casi bicentenaria con su colección del XIX, el siglo que le vio nacer, devolviendo la visibilidad a una parte muy importante de esta colección.
Actualizado: GuardarLa crónica falta de espacio del museo motivó muy pronto la dispersión de sus fondos, incluidas en primer lugar las manifestaciones más modernas. Conviene recordar hoy que el museo mantuvo durante prácticamente su primer siglo de existencia una sala de contemporáneos, al inicio de la galería central, donde expusieron en vida desde Francisco Goya a Eduardo Rosales. Ahora con la nueva ampliación de espacio el Museo plantea la recuperación de la identidad común perdida entre su historia y el arte de su tiempo.
La apertura del Prado tuvo una inmediata influencia en el devenir del arte moderno. Recordemos en este sentido que los más renovadores pintores franceses (Delacroix. Courbet, Manet, Degás,...) viajaron a Madrid a conocer las hasta entonces vedadas colecciones reales. Más profunda es sin duda la influencia que ejerció en los artistas españoles que mostraron su quehacer artístico junto al pilar de la tradición del arte español desplegado en el edifico Villanueva. Las obras más ambiciosas y excelentes de los Madrazo, Rosales, Fortuny, Beruete o Sorolla, entre otros, aspiraron tanto a pertenecer al espíritu renovador de su tiempo como a formar parte de la gran tradición con la que ahora se confrontan.
El siglo XIX en el Prado, muestra que inaugura los nuevos espacios de exposiciones temporales del museo, permite un reconocimiento de la amplitud, singularidad y calidad de todo un siglo de arte español, como primer paso para su definitiva incorporación al discurso histórico ininterrumpido que propone el museo. El Prado avanza en el tiempo, progresando como estaba previsto por sus fundadores.
Para algunos será un redescubrimiento; para otros, los más jóvenes, una visión inédita de la historia del arte español y del Prado; para todos, una nueva experiencia.
Indudablemente, la ampliación del Prado significa otras muchas más cosas, tanto en beneficio del visitante como del trabajo interno de los profesionales de la institución, pero creo que en estos momentos lo primero que debemos celebrar es que, dos siglos después de su fundación, el Museo haya encontrado el hueco idóneo para alojar su más moderna expresión.