MUNDO IRREAL. Un avatar, en una zona comercial de Second Life. / LA VOZ
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Pirateo en Second Life

Seis usuarios del mundo cibernético denuncian a otro en Nueva York por clonar sus productos virtuales y violar sus marcas

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Seis comerciantes han llevado ante los tribunales de Nueva York a un particular por falsificar sus productos, algo que no sería especialmente relevante si no fuera porque los hechos han tenido lugar en Second Life, un mundo virtual con casi diez millones de habitantes. La denuncia se ha presentado en un juzgado de Brooklyn y el acusado se llama Thomas Simon, de 36 años. Lo que está por determinar es si el delito -violar las normas sobre protección de marcas y derechos de autor- es real, y si Simon podría ser castigado, o si, por tratarse de un mundo virtual, el denunciado no se tiene que someter a la legislación que se aplica en la vida normal.

En Second Life, los ciudadanos -personajes llamados avatares- gastan cientos de dólares al mes en consumir productos y servicios virtuales y pagan con una moneda ficticia: el linden. Para que sus avatares tengan dinero, los humanos cambian monedas reales por lindens -un dólar son 300 lindens-, que luego sus avatares pueden gastar en cosas tan normales como comprarse ropa o ir a la peluquería. También pueden invertirlo en comprarse una casa o en montar un negocio, que, si funciona bien, podría ser rentable y hacer rico tanto al avatar como a su alter ego.

Según los demandantes, que son todos estadounidenses con tiendas o negocios virtuales en Second Life, Rase Kenzo -el avatar de Thomas Simon- se dedica a clonar sus productos -desde zapatos hasta camas- y venderlos, algo que para los demandantes es un delito, pese a que ninguno de los objetos sea real. Para ellos, lo que hace Kenzo (Simon) es piratear y poner en peligro lo que para algunos es su única forma de ganarse la vida, como Shannon Grei, una madre de dos niños de Oregón que vende ropa y pieles para avatares por entre 50 centavos y cuatro dólares la prenda, según The New York Post.

En su demanda, los comerciantes piden que Simon les reingrese el triple de lo que calculan haber perdido a causa de su pirateo, aunque no especifican la cantidad. Por su parte, el denunciado se excusa diciendo que todo es sólo un videojuego y que él no ha cometido ningún delito real porque en ninguno de esos contextos virtuales jamás se ha aplicado la legislación vigente. De lo contrario no existirían los videojuegos en los que se mata tranquilamente a todo el que se cruza, argumenta. Además, Simon acusa a los comerciantes de haber presentado como pruebas para sustentar su denuncia fotos (pantallazos) tomadas en el interior de su casa virtual de Second Life, lo que también podría considerarse ilegal, por ser una allanamiento de morada.