Ansia de normalidad
Los fieles españoles que acudieron a San Pedro, salvo exaltados aislados, rebajan toda carga política al acto
Actualizado:Era imposible ayer entrar en San Pedro y no reparar en dos enormes banderas españolas con el águila. Perfecto para los periodistas. Una la llevaba, vestido de militar, un italiano de 39 años, Juan Carlos Gentile. Dice que su abuelo fue a la Guerra Civil y es de la asociación de ex combatientes. Más lejos, la otra bandera la empuñaba José Luis Corral, sedicente presidente de Acción Juvenil Española, aunque él anda por los 50. «Es la bandera de aquella cruzada que liberó España», argumentaba Corral. Y había quien se remontaba más atrás aún: se veían banderas blancas con aspas rojas -la cruz de San Andrés- que, según informaban sus portadores, eran la del imperio español hasta el año 1843. No quedaba muy claro qué tenía que ver.
Eran puntos llamativos pero aislados en la multitud: 30.000 personas más, anónimas, silenciosas y menos preocupadas por la Historia que por su fe o sus recuerdos. Por ejemplo, María José Solís, una sevillana que con un grupo de seis amigos, algunos de Madrid, ha viajado a Roma por su cuenta. No son de ninguna parroquia o asociación. «Da gusto venir a algo así, a recordar gente que da testimonio de su fe, y eso es importante para el que cree, ayuda», explicaba la sevillana. Sobre las banderas desplegadas opinaba que «siempre hay gente para todo». «No es lo adecuado, este es un acto religioso». Un síntoma que se repetía en muchos asistentes: el cansancio de que se relacionara el acto con la política.
Todo un reconocimiento
Más emotivo, pero similar, era el punto de vista de Silvia Gómez, una joven riojana de Calahorra que llegó con su marido, su niña y 25 familiares más. Vino porque el tío de su abuelo era uno de los 498 mártires, Ramón de la Virgen del Carmen. ¿Qué piensa de la ceremonia? «Hombre, se agradece que haya un reconocimiento de lo que hizo y no quede en el silencio. Yo siempre he oído contar su historia, pero en casa», recordaba Gómez.
Así, a Ley de Memoria Histórica no le parece mal -«todo lo que sea recordar está bien»-, aunque cuestiona su necesidad. «Creo que la gente ha perdonado mucho, los que no, seguirán igual, con ley o sin ella».
Era gente que viajaba por su cuenta, aunque, como suele ocurrir en los actos vaticanos, hubo un buen número de grupos organizados, muchos de adolescentes. Ricardo, de 14 años y de Cuenca, era muy visible con una gran pancarta. Es de Juventud de Acción Católica, un grupo de 55 peregrinos. «Los mártires son un ejemplo para no desperdiciar tu vida» ¿Dónde? «En discotecas; en ellas sólo hay alcohol y drogas».
Al acabar la misa que se celebró en la plaza de San Pedro, salió uno de los curas concelebrantes. Eduardo Montes, tras calentarse un poco hablando de política, explicó que en este tema «hay una carga afectiva enorme y de esto -se toca la cabeza- poco». Precisamente a esa hora, en la iglesia de San Eugenio, del Opus Dei, en otro barrio de Roma, un grupo de jóvenes italianos de izquierda radical esperaba a la salida con una imagen del 'Guernica' y la frase 'Quien ha asesinado, torturado y explotado no puede ser un beato'. Hubo una pelea y hasta un detenido. Todos italianos, como el de la bandera de San Pedro. Ellos no tuvieron Guerra Civil, sólo estuvieron a punto.