Un alto en el AVE
Actualizado: Guardarl presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acudió ayer finalmente al escenario donde las obras del AVE en Barcelona están provocando una cascada de fallos que han condicionado gravemente la movilidad de los habitantes del área metropolitana, para hacerse una idea propia de la magnitud del problema cuya resolución pasa por marcar un nuevo rumbo a las complejas e ineludibles obras ferroviarias. Horas después de que la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, hubiese tomado una vía de escape ante la presión política y ciudadana con la inadecuada retórica de que «correr es de cobardes», Zapatero admitió con realismo la existencia de fallos en la realización de la infraestructura y se comprometió a evitar las improvisaciones. El gobierno, efectivamente, está obligado a dejar a un lado cualquier preocupación por las fechas de inauguración del AVE para centrarse en la reordenación integral de un proyecto cuya culminación se está evidenciando de una complejidad e impacto urbano muy superior al previsto. Coincidiendo con la visita presidencial a la estación de Bellvitge, se produjo un nuevo socavón a un centenar de metros del derrumbamiento producido el viernes en el andén bajo el cual discurre el túnel del AVE y los vecinos de Barcelona, observan ahora con recelo y temor el inminente trazado del túnel que ha de atravesar Barcelona a muy pocos metros de la Sagrada Familia. Los alcaldes de las localidades mas afectadas por la infraestructura viaria rechazan la solución de construir en el Prat una estación provisional hasta tanto se finalice la que debe ubicarse en el centro urbano de Barcelona. Y, mientras tanto, comienzan a aparecer grietas en edificios próximos a las obras. Ante este escenario, el escapismo verbal de la ministra responsable no puede difuminar la realidad de una obra que ha desbordado a sus gestores, incluso las previsiones de anteriores administraciones y de las empresas contratadas. La envergadura de una trazado ferroviario, subterráneo, que cruza por el centro neurálgico de la ciudad esta representando un desafío a la ingeniería que obliga, ineludiblemente, a optar por un alto en el camino que permita ordenar planes, calendarios e incluso trazados si es preciso, teniendo en cuenta no solo los imponderables técnicos sino también el sentimiento ciudadano. Los esfuerzos se deben concentrar ahora en tratar de restablecer lo antes posible los servicios de Cercanías con plenas garantías de seguridad. Pero, sin solución de continuidad, la obra debería quedar al margen de los intereses derivados de la campaña electoral para que con serenidad y sin más presión que el objetivo de culminar la infraestructura con el menor impacto posible los responsables se apliquen a la tarea atentos únicamente al interés general y especialmente al de los sufridos residentes en Barcelona y su comarca.