La admiradora de Hillary más presumida
Criticada por su coquetería, la líder justicialista ha desarrollado su carrera en paralelo a la de su marido
Actualizado:«La admiro. Me gusta mucho. Supo construirse un lugar, una imagen importante, no independiente de su marido sino coexistiendo con él, y sin chocar». Que no se confunda nadie. Quien confiesa este fervor es Cristina Fernández en el libro 'Reina Cristina' refiriéndose a Hillary Clinton. «Hillary tiene algunas coincidencias conmigo, las dos somos abogadas y senadoras», dijo esta semana Fernández eludiendo un denominador común mas importante aún. La estadounidense, precandidata a los comicios de 2008, está casada con el ex presidente Bill Clinton, y la argentina con el mandatario Néstor Kirchner.
Los Kirchner y los Clinton construyeron una sociedad política similar con una regla de hierro: el reparto igualitario en el manejo del poder. Aun cuando muchos observadores procuran asimilar su figura a la de Eva Duarte, esposa del tres veces presidente Juan Perón, el modelo no es el que prefiere la senadora argentina. Evita fue una primera dama capaz de construir un liderazgo social y político sin antecedentes pero siempre bajo la mirada dominante de su marido y nunca desde un cargo público. Sin dudas, Cristina prefiere ser comparada con Hillary, más incluso que con su vecina, la chilena Michelle Bachelet.
Hace un mes, los Kirchner estuvieron con Clinton en Nueva York. El ex presidente les confesó que muchos le preguntan qué hará si su esposa llega a ser presidenta. «Te propongo una respuesta común», sugirió Clinton a Kirchner jocosamente. «Decir: haré lo que ella ordene». Kirchner se sonrío. Según reveló Cristina, ella le reprochó luego no haber respondido a la propuesta. Y Kirchner le dijo: «¿Tu alguna ves hiciste todo lo que yo quería?».
«Discutimos mucho»
La anécdota muestra un perfil de la pareja. «Discutimos mucho, yo argumento fuerte», reconoce ella. Pero están acostumbrados a compartir vida familiar y política. Cristina nació en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, el 19 de febrero de 1953 en una familia de clase media. Conoció a Kirchner a los 22 años en la Universidad Nacional de La Plata donde estudiaban Derecho. Ella dice haber sido mejor alumna. Se casaron a los seis meses. Ambos fueron atraídos por la militancia política en la Juventud Peronista hasta el golpe de Estado de 1976.
Aunque fría y distante, Cristina es buena oradora. Se le cuestiona la extrema coquetería. Es lo opuesto de su marido. Él adora mezclarse entre el público, tiene problemas de dicción, e hizo del desaliño un rasgo político. La periodista Olga Wornat, autora de Reina Cristina, la describe a ella como «indomable, inteligente, polémica, transgresora, y ambiciosa como ninguna después de Evita».
Con la dictadura la joven pareja se fue a la provincia de él: Santa Cruz, donde tuvieron dos hijos, Máximo y Florencia, y compartieron bufete de abogados. Con el retorno a la democracia se abrazaron de nuevo a la política. Él en el frente ejecutivo y ella en el legislativo. Mientras él era elegido alcalde de su ciudad, y gobernador de su provincia, ella era diputada. Primero en la provincia, luego en el Parlamento nacional, donde se convirtió en una dirigente conocida en casi todo el país.
A finales de los noventa, cuando su marido era gobernador, ella fue separada del bloque justicialista por sus críticas al Gobierno de Carlos Menem, de su mismo partido. Desde entonces, los Kirchner comenzaron a pensar en una alternativa que se plasmó en 2003, cuando él vio la posibilidad de presentarse a elecciones presidenciales. «Estás completamente loco», le dijo ella, pero le apoyó. Ahora él le devuelve el favor y le entrega un país recuperado, que no obstante tiene una lista de demandas preparadas para llevarle a la presidenta.