El caos ferroviario amenaza las expectativas electorales del PSOE
El Gobierno confía en que una actitud «humilde» contrarreste el desgaste acumulado en Cataluña
Actualizado:Cuando un tren deja de funcionar en Cataluña, las expectativas electorales del PSOE se resienten. El caos generado esta semana en la red de Cercanías, consecuencia de un socavón en el tramo del AVE a Barcelona, tiene a los socialistas catalanes con el corazón en un puño. La comunidad autónoma es, junto a Andalucía, el pilar en el que se apoya José Luis Rodríguez Zapatero para alzarse con la victoria electoral en los comicios de marzo y la dirección del partido admite que no ha sido precisamente un «buen año» para sus infraestructuras.
El presidente del Gobierno visitó ayer por sorpresa las obras de la alta velocidad para 'dar la cara' ante tanto despropósito, pero tanto Rodríguez Zapatero como el partido ya han decidido que ahora sólo cabe una estrategia: humildad. Cataluña ha dado mucho a los socialistas. En 2004 el PSC logró mejorar sus resultados en cinco puntos y ganó cuatro diputados hasta llegar hasta los 21 actuales.
Sondeos
Zapatero cimentó su triunfo en Andalucía, Galicia, Madrid y sobre todo, recuerdan fuentes de la Ejecutiva federal, en Barcelona donde la candidatura de su partido pasó de 900.000 votos en el año 2000 a más de 1,2 millones en las pasadas elecciones. Esta provincia ha sido, justamente, la más perjudicada por los problemas de la red eléctrica primero y de transportes después. El PSC admite su inquietud. El PSOE aboga por el optimismo. En Ferraz recuerdan que aún quedan cinco meses para las elecciones y subrayan que los sondeos conocidos hasta la fecha permiten mirar hacia adelante con tranquilidad.
El Centre d'Estudis d'Opinió, organismo dependiente de la Generalitat, hizo público este jueves un estudio que otorga al PSC un 20,2% de intención de voto; más que en el barómetro anterior y muy por delante de su inmediato competidor, CiU, que perdería dos puntos y medio y se quedaría en un 16,6%. Datos que son, a juicio de los dirigentes socialistas, una prueba de que la crisis de agosto no ha pasado la factura que algunos vaticinaron.
Lograrlo ha costado al ministro de Economía, Pedro Solbes, más de un quebradero de cabeza. No en vano, fuentes de la dirección del partido sostienen que una de las claves de este aguante es el desembolso comprometido con Cataluña en los PGE que el miércoles superaron su primer filtro parlamentario.
Será junto Andalucía la comunidad que más dinero reciba: 4.300 millones de euros. «La gente lo que quiere es que des una respuesta; es obvio que existe en déficit de inversión en infraestructuras y estos son los mejores presupuestos de la historia de la comunidad», alegan.
Con todo, el sondeo que tanto tranquiliza a Ferraz es previo a la última crisis. Desde primeros de octubre han aparecido doce socavones en el trayecto del AVE, que ya no podrá ser inaugurado por Zapatero el 21 de diciembre, como estaba previsto, y los servicios de Cercanías se han visto afectados en ocho ocasiones. Fuentes del PSC sostienen que sus encuestas también hablaban en septiembre de resistencia electoral, pero se muestran preocupados por el impacto de este nuevo golpe. «Y cuidado que no tengamos un nuevo Carmel», rezan.
Agachar la cabeza
Lo único que queda ahora, a juicio del Gobierno, es dar explicaciones y agachar la cabeza. José Luis Rodríguez Zapatero acudirá el miércoles al Congreso a pedir perdón. Se declarará responsable de lo ocurrido y se comprometerá con la seguridad de los ciudadanos. «Al final los ciudadanos son más comprensivos de lo que pensamos y si explicas con humildad y empatía por qué se producen las cosas, su respuesta es serena», sostiene un destacado miembro del Ejecutivo.
El reto, en cualquier caso, llega justo cuando todos las encuestas de ámbito nacional, incluidas las que maneja el PSOE, hablan de un empate técnico con el PP. Los socialistas admiten que la situación es delicada, pero mantienen sus previsiones de triunfo.
Sostienen que, a la hora de la verdad, el ciudadano elegirá entre un Mariano Rajoy identificado aún con la última legislatura de José María Aznar y un Rodríguez Zapatero que representa la «modernidad». «El PP -alegan- tiene un suelo muy sólido, pero su techo es más bajo que el nuestro».