MOTIVACIÓN. La profesora ayuda a un alumno a comprender los contenidos de la asignatura.
Ciudadanos

«Una clase a la semana no es suficiente»

LA VOZ asiste a una hora de Educación para la Ciudadanía como la mejor manera de comprobar el tipo de temas que trata la nueva asignatura y la opinión que tienen de ella los alumnos

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Las voces rebotan en las paredes desnudas de un aula de la primera planta del instituto Isla de León, en San Fernando. Algo más de veinte adolescentes, de entre 13 y 16 años, debaten sobre si los hombres conducen mejor que las mujeres o viceversa. El desorden en las intervenciones de los alumnos deja bien claro la falta de costumbre de los participantes a la hora de mantener una discusión. La inexperiencia hace que en la mayoría de las ocasiones sus argumentos sean pisados por las exclamaciones de otros. El tono del debate se eleva hasta que se convierte en una especie de ruido uniforme del que sólo se pueden rescatar palabras sueltas. «Pero qué dices...», «eso no te lo crees ni tú...», «yo tengo derecho a ir como quiera...», «si me pongo casco me despeino...», «anda, cállate...», las risas más o menos nerviosas acompañan a casi todos los comentarios.

Aprender a discutir no es fácil. Y eso es precisamente una de las cosas que pretende paliar la asignatura Educación para la Ciudadanía, que han estrenado este curso los alumnos de andaluces de 3º de ESO. Ana Hurtado, de 16 años, es una de las pocas jóvenes gaditanas que ya saben en qué consiste la nueva y, en cierto sentido, polémica materia. A Ana, como al resto de sus compañeros, la nueva clase le parece un acierto. «Creo que es incluso más importante que otras asignaturas porque aquí aprendemos cosas que no se aprenden en los libros. Nos enseñan a respetar a todo el mundo, nos resuelven dudas y podemos hablar de cosas que normalmente nadie nos explica. Por ejemplo, me encantaría que alguien me explicara cómo funciona la política. Dentro de dos años tengo que votar y no sé qué diferencias hay entre un partido de izquierdas y otro de derechas», afirma Ana.

La asignatura sólo se imparte una hora a la semana. Poco tiempo para tratar temas como el del primer capítulo del libro que usan de guía los profesores del Isla de León: «Tienes que prepararte para la libertad».

La clase continúa. Es viernes y sólo quedan un par de horas para comenzar a disfrutar del fin de semana, pero los alumnos del Isla de León siguen enfrascados en distintos debates, la mayoría centrados en la complicada disyuntiva de en qué punto termina la libertad personal y comienza la de los demás. Todos los alumnos terminan convencidos de que conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas no sólo es peligroso para el que maneja el vehículo sino también para los demás. «Aprendemos porque hablamos entre nosotros. Muchos no escuchan, sobre todo los niños, pero me gusta mucho hablar de este tipo de cosas y creo que una clase no es suficiente para hablar de todo lo que nos gustaría», asegura María del Carmen Arroyo, de 15 años.

Nueva clase y nueva 'profe'

Su profesora es una gallega de Santiago de Compostela, que, tras pasar durante 10 años por colegios de Cáceres y Mérida, ha llegado este curso al Isla de León. Lutga Rodríguez está muy contenta con el desarrollo de la materia que imparte y asegura no entender la polvareda política que ha levantado la implantación de la asignatura en el currículo escolar de los jóvenes españoles. «Cualquiera que eche un ojo al libro de texto se dará cuenta de que no se adoctrina a nadie, sólo se hablan de valores universales que creo que nadie puede discutir y se busca que sean los propios alumnos los que busquen las respuestas a problemas. La asignatura es muy parecida a la que había antes que se llamaba ética. Además, es una materia que en este centro por lo menos se ha decidido que se apruebe sin examen, sólo evaluando la participación», explica Lutga.

Pero también hay detractores. Hasta la fecha, la Delegación de Educación asegura haber recibido 52 objeciones de conciencia oficiales de padres que no desean que sus hijos que cursan 3º de ESO reciban esta clase y algo más de 400 objeciones de padres cuyos hijos van a cursos en los que no se imparte la materia.

Jhosua Manzo tiene 14 años, es venezolano, sólo lleva un año en España y le encanta la asignatura. «Desde que he llegado todos me han tratado muy bien, nadie se ha metido conmigo porque sea negro porque está claro que todos somos iguales y no importa la clase social, el lugar de nacimiento o el color de la piel, una de las cosas que creo que también vamos a dar en esta asignatura», dice Jhosua.

La teoría está aprobada, el examen práctico está en la calle, cada día, a todas horas. Esa es una prueba más difícil de aprobar

restevez@lavozdigital.es

Denuncias de coacciones

La organización Profesionales por la Ética, que ha hecho un recuento de 17.000 objecciones hasta septiembre en toda España, denunció ayer que hijos de familias objetoras contra Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos están siendo presionados o amenazados en algunos centros para que asistan a clase. Entre los casos que menciona figuran centros de Cádiz, Jaén, Sevilla y Lucena (Córdoba), donde alumnos de tercero de ESO se han negado a entrar en clase en a pesar de las presiones o «amenazas» y agrega además que la Junta de Andalucía da por «suspendidos» a los que no asistan.