Reconocimiento de Justicia
La Iglesia católica beatifica hoy en Roma a 498 personas asesinadas durante la Guerra Civil española por confesarse cristianas y negarse a renegar de su fe. Todas ellas han sido consideradas mártires por haber antepuesto el testimonio de su fe en Dios a su integridad física, y merecedoras del reconocimiento en el que hoy se unen todos los católicos del mundo por haber dado muestras de perdón hacia sus verdugos. La solemnidad del acontecimiento trata de resarcir a los creyentes por uno de los episodios más crueles de persecución religiosa que se han dado en la historia. Pero de la misma manera que la celebración de hoy, aun respondiendo a procedimientos propios de la Iglesia católica, constituye un motivo para advertir a la sociedad entera sobre los abominables excesos a los que puede llegar el sectarismo, la beatificación de los mártires católicos permite rememorar la extrema injusticia de una Guerra Civil en la que miles y miles de personas, creyentes y no creyentes, fueron asesinadas o represaliadas de por vida por sus ideas, su profesión o, simplemente, a causa de la inquina delatora de un vecino. El reconocimiento religioso del martirio de las 498 personas beatificadas se convertirá en un acto de justicia plena en la misma medida en que sus promotores extiendan el recuerdo a todas cuantas, hace siete décadas, se convirtieron en víctimas mortales de la persecución fratricida.
Actualizado: GuardarEl pasado mes de abril, al término de su Asamblea Plenaria, la Conferencia Episcopal hizo público un mensaje en relación a las beatificaciones de hoy en el que señalaba que "el martirio es el signo más auténtico de la Iglesia de Jesucristo", mostrando su deseo de que el acontecimiento se convierta en un "nuevo estímulo para la renovación de la vida cristiana". Afortunadamente la España constitucional consagra y garantiza la convivencia en el pluralismo y la expresión pública de las convicciones de cada cual en condiciones muy alejadas de una vivencia dramática de la propia fe. Algo que ha de celebrarse hoy por encima del recuerdo debido a quienes tanto y tan injustamente padecieron. Los obispos españoles, en sus manifestaciones públicas y en sus cartas pastorales, han realizado un especial esfuerzo por despojar a la ceremonia de Roma de toda connotación política, subrayando que la iniciativa "no surge del resentimiento sino de la reconciliación". Junto a ello, la representación oficial del Gobierno en la ceremonia, a través del ministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos, propicia que la misma sea percibida como un acto de reconocimiento del que pueden ser partícipes todos los españoles; como un gesto que ensalza la entereza moral de unas víctimas del fanatismo guerracivilista, y que como tal ha de pasar a formar parte de la memoria compartida.