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LUCES Y SOMBRAS

Mobiliario urbano

Es a partir de 1979 cuando los ciudadanos evidencian, desde un punto de vista puramente material, la repercusión que tiene en su quehacer cotidiano la implantación de un sistema democrático en el ámbito local. Sólo en cuatro años, las ciudades y pueblos españoles experimentan una transformación positiva como no se conocía en años anteriores. La democracia empieza a entrar por los ojos porque en una plazo relativamente corto se advierte una mejora de la calidad de vida colectiva, tanto en los núcleos urbanos como en los rurales, hasta entonces desconocida. Los Ayuntamientos que surgen de las urnas en la primavera de aquel año se afanan por facilitar a los vecinos los equipamientos públicos que necesitan. Con pocos recursos económicos y financieros, que parecen multiplicarse, se ponen en marcha instalaciones deportivas, centros culturales, etc. Se modernizan plazas y calles, se crean nuevas zonas verdes y sobre todo se desarrollan planes urbanísticos que tienen por objeto satisfacer los intereses generales de la ciudad por encima de los particulares o especulativos.

CARLOS DÍAZ MEDINA
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Pero como en la política municipal los detalles tienen también su importancia, los ayuntamientos inician la renovación del mobiliario urbano que por aquellos años presentan un aspecto cutre y deplorable que afecta negativamente a la buena imagen de las ciudades. Farolas, luminarias, bancos, contenedores de basuras, papeleras, marquesinas de paradas de autobuses, jardineras, fuentes, parques infantiles etc., son paulatinamente sustituidos por otros elementos más actuales y atractivos que hacen agradable la vida en la ciudad.

Cádiz no se queda atrás y moderniza su mobiliario urbano. Por desgracia la acción de los vándalos obliga a sustituir algunas piezas por otras de estética más dudosa. Por ejemplo, los hermosos bancos del paseo marítimo, pintados de blanco, unos y de rojo, otros, que tan bien encajaban en ese ambiente, fueron reemplazados por unos mas mazacotes para soportar mejor el ataque de los gamberros. Por motivos distintos se sustituyen las luminarias diseñadas y encargadas ex profeso para el Campo del Sur por unas farolas fernandinas habituales en la mayoría de nuestros pueblos y ciudades. Y aunque sobre gustos nada hay escrito se podría decir que el mobiliario público habla por si solo de la sensibilidad artística de los gobiernos municipales.

Los soportes de publicidad constituyen una categoría del mobiliario urbano gestionados, casi siempre, por empresas publicitarias. Se supone que su ubicación es controlada por los Ayuntamientos, sin embargo en nuestra ciudad, algunos de esos paneles se colocan en lo sitios más inoportunos de tal forma que dificultan la visión de determinados escenarios urbanos dignos de contemplación sin que se haga nada para impedirlo. El propio ayuntamiento para publicitar la televisión municipal ha situado unos enormes carteles en los jardines que ocupaban los cuarteles de Varela que desentonan claramente con el entorno. Estas actuaciones, que atentan al buen gusto, deberían evitarse porque además encierran una actitud discriminatoria porque no se daría el mismo trato a las cadenas locales de televisión que pretendieran hacer lo mismo.