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EL RAYO VERDE

Aprovechar el Oratorio

La cesión de uso del Oratorio San Felipe Neri a la Junta de Andalucía por un periodo de 30 años no se ha producido porque la Iglesia pedía mucho dinero a cambio o porque la institución autonómica estaba dispuesta a pagar poco, según se mire, o por las dos cosas al fin. Como en cualquier transacción. Ahora se tienden cortinas de humo, cada parte se excusa o se escuda en argumentos de lo más peculiares o esperpénticos, como decir (Pérez Peralta) que «es culpa del sector más rancio de la ciudad», o como intentar hacer ver que no ha habido una alta exigencia económica por parte del Obispado.

LALIA GONZÁLEZ SANTIAGO
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En cuanto a los argumentos expresados por el delegado del Gobierno andaluz, Gómez Periñán, en el sentido de que «comprobamos que no podíamos poner oficinas para hacerlo Centro de Estudios Constitucionales», es un asunto tan palmario que no se concibe cómo no se vio antes de lanzar la idea. Porque, como se recordará, las protestas de los padres del colegio público adyacente se acallaron con la afirmación contundente de que el centro escolar no sería necesario para el proyecto y éste podía perfectamente llevarse a cabo sólo con la iglesia y la sacristía. Ha tenido que reconocer ahora que no era así.

Todo viene a confirmar una intuición que muchos teníamos desde el principio: la Junta no sabía en realidad lo que quería hacer en San Felipe, más allá de un título inestable (se ha llamado indistintamente Memorial de las Libertades o Centro de Estudios Constitucionales, o Fundación de no sé qué) y unas declaraciones de intenciones muy políticas, pero poco consistentes. Es decir, que el previsible final del proceso sería que el Oratorio se convirtiera en un nuevo «museo del ná», otro más, otra vez, y terminara de morir a cambio sólo de una nueva lápida en su fachada, de sustituir a un cura por un funcionario, de abrir sus puertas una vez al año para alguna ceremonia institucional que dificilmente cerraría un telediario, por así decirlo, y de sustituir los altares y bienes culturales por mamparas de metacrilato, paredes estucadas en tonos sepias, hornacinas vacías con luces halógenas o bancadas de diseño fashion y traducción simultánea, por exagerar

Sin embargo, el fracaso de la compra, venta, cesión, del Oratorio no puede hacer olvidar cuestiones básicas: el templo y toda su historia es un activo desaprovechado de la ciudad y es preciso «ponerlo en valor», hacerlo relevante, atractivo para el turismo cultural, visitable, dotarlo de guías, de publicaciones, llenarlo de actividad como espacio valioso que es, -no hay más que acudir a alguno de los conciertos de música antigua que organiza CajaSol desde hace años; recrear su historia y su legado simbólico e histórico, convertirlo en un lugar vivo y dinámico, capaz de contener múltiples actividades sin estorbarse: religiosas, culturales, cofrades, ciudadanas, políticas, institucionales. Restaurarlo, para empezar. La Junta, aunque no haya logrado ser la dueña, tiene transferidas las competencias en materia de cultura o turismo y una responsabilidad evidente en la administración del bien común de los gaditanos. Por tanto, es preciso recordarle su convencimiento de que Cádiz queda en desventaja respecto a otras ciudades andaluzas, no sólo capitales, en cuanto a grandes infraestructuras culturales, un «agravio comparativo» que siguen teniendo que atajar, supongo, si no con el Oratorio, con otra gran inversión en otro edificio de la ciudad .

Como de las crisis hay que sacar oportunidades, espero que la controversia haya servido para hacer notar la importancia del Oratorio y de las Cortes a una ciudad que le ha mostrado escaso aprecio hasta ahora, que apenas sabe siquiera qué es eso de La Pepa, y para que sepa reclamar que reciba el trato relevante que merece.

lgonzalez@lavozdigital.es