
Rajoy convierte su proclamación como candidato en un acto de exaltación nacional Solá, un nuevo gurú de la comunicación
El líder del PP reclama el apoyo de los votantes de izquierdas desencantados, con el objetivo de ser el presidente del nuevo consenso y de todos los ciudadanos Concurre a las elecciones «por amor a España» con el bagaje de los gobiernos de Aznar
Actualizado: Guardar«¿España!, España!, España!» y así en incontables ocasiones atronó la sonara palabra de la nación en el recinto abarrotado de la feria de muestras de Valencia donde se apiñaban unas 12.000 personas. La pronunció el candidato, con cadencia regular a lo largo de todo su discurso, y la corearon con fervor contagioso los hoolingans del público que rugía a cada invitación del orador y agitaba miles de banderas españolas, valencianas y de las gaviotas del PP.
Mariano Rajoy logró así convertir el mitin de su presentación como aspirante a la Presidencia del Gobierno en un acto de exaltación nacional, en el que el líder apeló a los sentimientos de los suyos, se apoyó en los principios más tradicionales del Partido Popular y a José María Aznar, pero dijo que también pedirá el voto de la izquierda para defender la unidad de España.
El mitin estuvo teñido de emotividad de principio a fin. La muerte del concejal popular de Polop (Alicante), Alejandro Ponsoda Bou, en la misma mañana del sábado marcó el principio del acto con todos los convocados en un minuto de silencio y luto por el compañero fallecido. El presentador-animador no había hecho más que presentarse y ya estalló entre la audiencia el primer «¿Viva España!» al que más tarde seguirían otros, que también coreó el propio Rajoy.
El presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, y la alcaldesa de la ciudad del Turia, Rita Barberá, cumplieron como teloneros de lujo y prepararon el mensaje de su líder. «España te necesita», proclamó Camps.
Mariano Rajoy explicó su candidatura como un reto personal -«Sólo me ha traído hasta aquí el amor a España»- y la respuesta a una demanda de la sociedad para «liderar las ganas de cambio». Prometió asumir el reto desde «la moderación y la tranquilidad», con «sentido común» y a través de «un nuevo consenso» porque se propone ser «un presidente de todos y para todos». Incluso anunció que pedirá «la confianza a quienes votaron a la izquierda en el pasado» con la pretensión de «sumar voluntades» y garantizar así la unidad de España.
Pero el líder de los populares se centró más en garantizarse la adhesión de sus seguidores que buscar en otros caladeros y eligió para tan emblemática ocasión un discurso prácticamente monocolor. Aunque mencionó de pasada distintos asuntos de su programa de gobierno, concentró toda la atención en «las convicciones» del partido, la filosofía política con la que el PP cree que logró la mayoría absoluta en el 2000. Reivindicó su participación en los gobiernos de José María Aznar e hizo suyo el título que puso su mentor a uno de sus textos de pensamiento político y Rajoy también defendió «la España que yo quiero».
España, una y no 51
En perfecta sintonía con el libro del ex presidente del Gobierno, la unidad de la nación fue la piedra angular de su oferta política para estas elecciones hasta el punto de que llegó a prometer que defenderá «hasta el último aliento que la soberanía nacional es única e indivisible». En ese momento, los gritos de sus más apasionados seguidores corearon la vieja consigna: «España una y no 51».
«Ya es hora de poner cordura en esta subasta de soberanismo», les dijo Mariano Rajoy y cosechó más aplausos. «No creo que estemos en deuda con los nacionalismos», recalcó y se mostró dispuesto a seguir «conviviendo» con los nacionalistas aunque prefirió la unidad del Partido Popular con la izquierda que protagonizó la transición. «Lo hago porque tenemos que estar unidos los que creemos que la unidad de España no puede romperse por quienes no quieren saber nada de ella».
Al mismo tiempo, disputó la autoridad moral a una izquierda «que no ha sido capaz de mirar con honradez intelectual a su pasado» tras conocerse lo que había detrás del Muro de Berlín, pero no quiso dedicar un minuto a criticar al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Cargó las tintas en la emoción que imprimió a sus palabras y llegó incluso al borde de las lágrimas cuando pronunció su declaración más personal, con la suave música del himno del Partido Popular como telón de fondo. «Sabéis que he crecido con vosotros, al mismo tiempo que este partido -comenzó-. He librado sus palabras, he sufrido sus derrotas y he disfrutado sus victorias -continuó-. He llorado sus lágrimas y he penado todos y cada uno de sus duelos que han sido muchos. He dado media vida por este partido pero el partido -y la voz se le quebró- me ha devuelto toda una vida». Un nuevo experto en comunicación electoral ha llegado a la sede central del PP. Antonio Solá trabaja directamente con Mariano Rajoy. Solá, que trabajó hace años en el departamento de telegenia del partido, regresó a esta formación para asesorar al candidato en estas elecciones. Es un catalán que se instaló en México, donde acrecentó su experiencia como asesor de imagen de candidatos electorales.
Solá sorprendió a la organización de los actos del PP cuando consiguió llegar al escenario de la feria de Valencia al líder del partido, en la víspera de la presentación de su candidatura. Como un ensayo, Rajoy se situó en el escenario y siguió los consejos de su asesor que decidió sobre la ubicación del atril, las cámaras y la escenografía del acto. Según fuentes del equipo electoral del PP, Solá «está por encima de todos» y tiene capacidad de decisión en relación directa con el presidente.