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Reina Cristina

Era inevitable: un libro de éxito en Argentina sobre la segura ganadora de la elección presidencial de mañana se titula precisamente así: «Reina Cristina». Cristina Fernández de Kirchner, en efecto, se dispone a relevar en la jefatura del Estado a su marido, Néstor Kirchner, quien la ostenta desde su elección en 2003. Ha formado para eso el «Frente para la Victoria», en el que junto a la base peronista clásica hay algunos radicales y socialistas en la llamada concertación plural.

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Pero todo esto es la superficie de las cosas, su presentación formal, pues, de hecho, lo que sucede es que el presidente Kirchner está siendo reelegido por procuración en la persona de su mujer, bien dotada para la función. Lo que sucede no acepta un análisis racional. Es un estado de ánimo y un icono de éxito el que reelegirán los argentinos mañana «por interposita persona». El presidente, según la reforma constitucional que Menem logró en 1994 para hacerse reelegir al año siguiente, podría haber repetido, pero ha optado por designar a su mujer, a quien se ha facilitado una presencia pública constante dentro y fuera del país. El público reelegirá, lógicamente, a quien represente la innegable recuperación económica -y psicológica- del país.

Eso está superado con altas tasas de crecimiento, un boom exportador con la mejora de las reservas de divisas, la inflación por debajo de los dos dígitos, aumento del empleo y una gran reducción de la pobreza severa. Eso no hay quien lo niegue y es imbatible en términos electorales. ¿Es la candidatura de Reina Cristina un paréntesis para que vuelva Néstor dentro de cuatro años? Es probable, pero todo dependerá de que las cosas sigan bien, el auge se mantenga y la alegría recuperada se confirme. Si no, todo habrá sido en vano porque elegir a Cristina hoy es, en ese registro social, popular, moral, como estar reeligiendo a su marido.