Querido San Felipe
Quienes hayan seguido en los últimos tiempos mis escasas manifestaciones sobre el «affaire San Felipe» -¡aburridos tenían que estar!- , habrán observado en todas las ocasiones que concluía mis reflexiones con una protesta de lealtad al Obispo. Algunos las creerían sinceras y otros no... Como debe ser, como es. Hoy, en lugar de terminar con el citado alegato, quiero comenzar con él. Porque pienso que, ante las últimas novedades, lejos de frustrarse un proyecto pastoral (¿la Iglesia puede moverse por otros intereses?), estamos en situación de plantear seriamente, y con motivo de la efeméride que nos ocupa, la que podría ser aportación de la Iglesia, según su verdadera vocación, a la conmemoración del Doce.
Actualizado: GuardarHoy, el Obispo -o la Iglesia Diocesana-, ha de recibir el apoyo creativo de todo el que esté preocupado por la evangelización de nuestra sociedad, de modo particular por la ocasión que se nos ofrece desde el púlpito del Oratorio y con el trasfondo perentorio que nos dejó Pablo VI en su exhortación Evangelii Nuntiandi : «La ruptura entre Evangelio y Cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo» (E.N., 20).
La Iglesia gaditana en aquel significado lugar, puede generosamente ofertar un espacio de reflexión, de pensamiento, de búsqueda serena de las verdades sobre el hombre ..., de, en definitiva, encuentro deseado entre el Evangelio y la cultura de los hombres de hoy.
La Constitución de 1812 nos abrió un horizonte de talante liberal, superador de antiguas discordias nacionales, y que sería deseable en los momentos ciertamente tensos en que vivimos, recuperar para bien de todos. En este sentido último de búsqueda de convivencia fraterna, desde Cádiz, desde San Felipe, se alzaría la voz de una Iglesia conciliadora y enteramente fiel al Evangelio que quiere contribuir a la buena convivencia entre todos los españoles, sin olvidarnos de la causa americana. Y desde el mismo lugar -riqueza del capital simbólico- en que se proclamó la Carta de libertades del siglo XIX ...
Creo que es posible iniciar, con modestia y alejados de todo relumbrón oportunista, una labor fructífera, de largo alcance, que, comenzando con el hecho constitucional, brindara a todos una posibilidad de diálogo sobre las cuestiones eternas que se concretan de mil maneras en la vida diaria. Centro de pastoral universitaria, ateneo de identidad cristiana, ventana a la vida hispanoamericana.
Quizás sea oportuno revitalizar aquella asociación de «amigos de San Felipe» o como se quiera llamar...
La Iglesia sí tendría un proyecto palpable para celebrar con toda la población gaditana la memoria de aquel intento de crear las bases de la España moderna que supuso la Constitución celebrada.
Ahora bien: todo esto no se improvisa y es tarea de años. Igual que es urgente la restauración del Oratorio, lo es asimismo la planificación y desarrollo de estas actividades que, adecuadamente orientadas, tanto bien harían a nuestro pueblo.
Por todo ello, es menester que el Obispo y sus asesores inmediatos reciban hoy un aliento sincero. Se ha buscado, y trabajado en ello, un acuerdo con determinadas Instituciones sociales. Parece que no con feliz resultado. No importa, no por eso la Iglesia queda sin misión cara a 2.012.
Que el drama de nuestro tiempo pueda tener en Cádiz, desde San Felipe, algún paliativo ante los nubarrones de una sociedad sin Cristo que a todos amenaza.