EL JEME

Barra libre

Es un axioma de la ciencia política que el principal propósito de quien lleva veinticinco años detentando el poder es, simplemente, mantenerse, entre otras razones porque durante ese tiempo ha ido desarrollando una red clientelar, tan extensa e intensa, que perder el poder se convierte, en muchos casos, en una tragedia económica para las miles de familias que, tras tanto tiempo, sustentan su economía en algún cargo o beneficio. El poder deja de ser el medio para hacer cosas, convirtiéndose en un mecanismo para no pederlas.

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Por eso, en estas circunstancias, dejar el poder es un desastre que hay que evitar utilizando todos los medios a mano, que suelen ser muchos cuando uno lleva tanto tiempo ejerciéndolo. Esto incluye la que Arenas ha definido como política de barra libre, en la que el electorado es concebido como un mercado de votos que los expertos segmentan, utilizando múltiples variables, ofreciéndose las ventajas a los clientes que se incorporan (jóvenes) y a los sectores dudosos.

Así, si hace un mes se ofrecía el señuelo de un derecho a la vivienda con contenido jurídico, hace unas semanas era una paguita para cada mal estudiante de bachillerato. No hemos visto, porque no es necesario, pues son sectores cautivos desde hace muchos años, barra libre ni para los mayores, ni para la población rural que vive en municipios de menos de diez mil habitantes, con ellos ya se cuenta.

En la entrevista del pasado domingo, el presidente de la Junta ponía la guinda al afirmar que no se puede querer a Andalucía y ser de derechas. Imagino que también esta afirmación tiene su mercado, pero intuyo que va destinada sobretodo a la estimulación interna y no tanto a la captación de votos.

Estas políticas populistas son económicamente irresponsables, porque dilapidan el dinero que proviene de nuestros impuestos y políticamente reprochables, porque transmiten al electorado una tremenda desesperanza, pues se percibe que agotadas las ideas y perdida la iniciativa, sólo existe el propósito de perpetuarse en el poder, pero Andalucía se merece una manera diferente de ser gobernada.