«Cuando fallecían los tiraban al mar»
Los marineros que hallaron a los indocumentados se encontraron con una escena «dantesca»
Actualizado:«DANTESCA». Así definió el patrón del 'Tiburón III', José María Abreu Gómez, la escena que se encontró cuando él y su tripulación lograron acercarse al cayuco en el que encontraron siete cadáveres «en descomposición» y un superviviente en «malísimas condiciones».
Abreu, de 46 años y natural de La Guarda (Pontevedra), confesó «la rabia e impotencia» que sintieron él y los otros cinco tripulantes del 'Tiburón III' tras pasar la que definió como «la experiencia más dura» de sus vidas. «No lo podremos olvidar, psicológicamente estamos bastante dañados porque son seres humanos. No importa el color o la raza, han muerto 56 personas», aseveró.
Así, narró que los marineros que se dirigen a Galicia avistaron a las 19.00 horas del miércoles una pequeña embarcación a una distancia aproximada de una milla. «Aparentemente estaba vacío, pero cuando nos acercamos, el panorama era dantesco, había siete cadáveres flotando en un cayuco lleno de agua y había un olor insoportable. De repente, en una esquina, vimos que una persona levantaba un brazo», relató con voz entrecortada, según reconoció, porque se siente «deshecho de los nervios».
La tripulación decidió subir al barco al superviviente, que «no pesaría más de 40 kilos, no podía moverse, estaba deshidratado y tenía alguna pérdida de consciencia» y le dieron comida caliente y lo asearon. El único inmigrante que sobrevivió, en francés, y el patrón del barco que los rescató, en inglés, lograron establecer una comunicación en la que le explicó que 57 personas partieron en cayuco de Nuadibú, en Mauritania. Durante 20 días a la deriva, «la gente fue muriendo y tuvieron que echarlos por la borda», aseguró, hasta el punto que sólo quedaron las siete personas de las cuales se halló su cuerpo y el superviviente, que ejercía como patrón de la embarcación.
«No puedo dormir»
«Estamos orgullosos de haber salvado una vida, pero desgarrados porque otras 56 personas han muerto. Nos hubiera gustados no encontrarnos con nada de esta horrorosa historia», afirmó Abreu. Ahora, junto a sus cinco compañeros, Abreu continúa rumbo al puerto de Vigo, donde prevén llegar el 1 o 2 de noviembre, pero asegura que «nunca» podrán olvidar esta «durísima» experiencia. «Uno queda dañado. En caliente no te das cuenta porque quieres ayudar, pero después no puedes dormir al recordarlo», reconoció.