El imitador de Woody Allen

Aunque hay quien no se lo cree, a Woody Allen todavía le faltaba por estrenar una película antes de presentar la que ha rodado en Barcelona. El seguimiento mediático ha sido tan intenso que ya nadie se acordaba de Cassandra's dream, la tercera cinta de su etapa al servicio de la promoción de Londres. El director vuelve en ella al lado trágico de su filmografía con una obra menor que en el Festival de Venecia -otra ciudad que ha promocionado- recibió peores críticas que Invasión en Estados Unidos.

La culpa parece ser esta vez propiedad exclusiva del neoyorkino, que cuenta de nuevo con un reparto de lujo. Colin Farrell, Tom Wilkinson, Ewan McGregor y su nuevo descubrimiento femenino, la guapa Haley Atwell, dan la talla en el filme, pero fallan sus diálogos y las situaciones. El guión de Allen, vaya. Se centra en dos hermanos (McGregor y Farrell) que compran un velero pese a sus apuros económicos y que infringen la ley a instancias de su tío (Wilkinson) que les promete ayuda.

«Sólo quería contar la historia de dos tipos simpáticos y bienintencionados que, por su ambición y debilidad, se ven atrapados por un destino trágico», explica Allen. Siempre se ha comentado con cierta malicia y poca justicia que el veterano cineasta ha alternado durante toda su carrera las buenas películas con las más vulgares. O sea, que como Match point era un filme soberbio, Scoop tenía que ser, por ejemplo, aburrido.

Pero no fue así. Y la regla tampoco se cumple en el caso de Cassandra's dream. Debería ser muy buena, pero no lo es, y para algunos críticos es no ya vulgar, sino mala. La peor de la extensa filmografía del autor de Hannah y sus hermanas que lleva cuarenta años filmando a un asombroso ritmo de película por año.