Desvelan que Pablo Neruda tuvo a una joven odontóloga como quinta musa
El premio Nobel de Literatura Pablo Neruda tuvo cinco musas. Se conocían cuatro y ahora acaba de descubrirse una más: Olga Margarita Burgos, una dentista chilena cuya profesión justifica que el descubrimiento se haya dado a conocer en la revista Cantabria Dental, una publicación independiente de un grupo de odontólogos cántabros que se distribuye entre los integrantes del gremio en la Comunidad. En un artículo publicado por Gunther Castanedo Pfeiffer, un médico odontólogo que compagina su profesión con los estudios sobre Neruda, se desvela la relación entre el poeta y Olga Margarita Burgos y se aporta la documentación que la odontóloga chilena, nacida en Talca en 1907, dejó a su nieta Rocío Muñoz.
Actualizado: GuardarLa quinta musa de Neruda había mantenido en secreto su corta pero intensa relación con el poeta. A su muerte, en 1998, dejó un paquete cuidadosamente envuelto con un rótulo que decía: «Para Rocío». Allí, Rocío Muñoz encontró todos los recuerdos que guardaba su abuela de Neruda: libros dedicados, fotografías del poeta, una copia a máquina del poema Sucede que me canso de ser hombre mecanografiada por el propio autor, y las tres cartas que se conservan de la estrecha correspondencia entre el poeta y su musa.
Rocío Muñoz, nacida en Chile, es profesora en la Universidad de La Rioja, y durante estos años ha mantenido guardada la documentación de su abuela hasta que ha decidido darla a conocer al mundo a través del estudioso.
Intensa vida amorosa
Hasta la fecha, se conocía la existencia de cuatro mujeres que habían inspirado al premio Nobel, un poeta con una vida amorosa y sentimental muy intensa.
En 1954, Neruda desveló en una conferencia que el poema 20 de Veinte poemas de amor y una canción desesperada y el epílogo, La canción desesperada, están dedicados a dos mujeres, a las que el poeta citó con nombres falsos: Marisol y Marisombra. Los investigadores descubrieron posteriormente que se trataba de Albertina Rosa Azócar y Teresa León Bettiens. Posteriormente, Neruda añadió un tercer nombre, María Poredi, a quien dedicó el poema 19, Niña morena y ágil. Años después, se descubre una cuarta musa, Laura Arrué, con la que el poeta llegó a planear una fuga romántica.
Ahora aparece el nombre de una quinta musa, a la que conoció en 1923 después de que la joven le entregara al poeta unos escritos sobre su obra.