Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
EL TENDEDERO

Juguemos

ANTONIA ASENCIO |
JEREZActualizado:

Llevo un rato pensando como iniciar esta columna, no por falta de ideas, sino porque quiero hacerlo con mesura y calma y me cuesta trabajo. El pasado domingo en este mismo periódico «nuestro» obispo Don Juan del Río se despachó a gusto; sus declaraciones no tienen desperdicio; y desde luego no me dejaron indiferente. Esperaba de mi obispo que no se alineara de una forma tan partidista con una opción política, el PP, y sobre todo esperaba de quien dice representar a tod@s los cristian@s de su diócesis que tendiera puentes y no levantara muros. Siento que me insultan como persona, pero sobre todo como madre si alguien piensa que una asiganatura –Educación para la Ciudadanía–; o todo un curriculum escolar, ha de influir sobre mis hijos más que mi propio ejemplo de vida. Yo no siento en absoluto que me invadan ninguna esfera personal, familiar o en mi conciencia; pero si siento que a veces quieren dar una imagen de mi Fe de una forma sectaria y alejada de la sociedad en la que vivimos; preocupada más por el aparentar que por el ser. No creo que el profesorado encargado de dar dicha asignatura piense que tiene que adoctrinar a su alumnado en nombre de ZP cada mañana; como tampoco creo que la inmensa mayoría de los padres y madres estén en este debate artificial en el que nos quieren meter. Por otra parte ¿alguien se ha parado a pensar en cuales son los temas que verdaderamente les interesa a nuestros hijos e hijas adolescentes?

Poner el acento en todo aquello que pueda mejorar la convivencia y la aceptación de quien es distinto; saber que los conflictos han de resolverse a través del dialogo y el consenso y adquirir habilidades para ello; ser conscientes de que nuestra participación en la sociedad ha de ir más allá que depositar una papeleta en una urna cada cierto tiempo; saber que unos derechos se acompañan siempre de unos deberes; acercarnos a un crecimiento personal desde la libertad y la responsabilidad que el libre albedrío conlleva, no sólo nos hace ser mejores personas sino que también nos hace ser mejores cristianos.