PONENTE. Juan Terradillos disertó sobre la representación del burdel en la pintura del XIX. / M. GÓMEZ
Cultura

El reflejo de la prostitución en la pintura del XIX abre el ciclo sobre Arte y Crimen El crimen en los tebeos

El catedrático de Derecho Penal Juan Terradillos arrancó ayer en Diputación el programa de las jornadas con su conferencia 'Pinceles en el burdel'

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Desde el desarrollo de la criminología como disciplina independiente del Derecho Penal en el siglo XIX el hecho criminal ha suscitado una gran fascinación en los artistas fomentando así la comprensión tanto del delito como del delincuente. Las Jornadas sobre Arte y Crimen que desde ayer se celebran en el Palacio Provincial pretenden profundizar en ese vínculo entre ambos fenómenos con una pretensión marcadamente multidisciplinar. Juristas, filósofos y artistas desgranarán las claves de esta sugerente relación a lo largo de una serie de ponencias que arrancaron ayer con la conferencia Pinceles en el burdel de Juan Terradillos, Catedrático de Derecho Penal de la UCA.

El autor repasó la labor de maestros como Gauguin, Picasso o Toulouse Lautrec, que lograron plasmar con gran realismo la tórrida atmósfera de los burdeles de aquella época en algunas de sus piezas más célebres. Terradillos abordó el tema desde cuatro perspectivas diferentes: el burdel contemplado, el temido y peligroso, el degradante y por último, el cotidiano. De esta manera, Paul Gauguin, por ejemplo, figura rompedora por su conocida pederastia, ejerció en numerosas ocasiones de voyeur al representar a numerosas jóvenes tahitianas semidesnudas, unos retratos que conforman gran parte de su producción pictórica.

Universo degradante

Por otro lado, según este catedrático otros autores aportaron una perspectiva crítica, al considerar que la «prostitución corrompía todo lo que tocaba». Es el caso de los famosos Caprichos de Goya. El universo degradante de los prostíbulos fue captado por los pintores Degas y Grosz a finales del siglo XIX. Ambos demonizaron esta profesión a través de su pincel presentando a mujeres con un gran deterioro físico, horrendas y deformes. Grosz, en concreto, hizo hincapié en sus pinturas en la figura del hombre burgués de la época, a menudo explotador y culpable de esta dura realidad. Con trazos infantiles, a medio camino entre el expresionismo y el surrealismo, representaba personajes deformados con una cruda agudeza visual.

Para terminar, Juan Terradillos puso el broche final a su discurso repasando la figura del artista francés Toulouse Lautrec, quien supo con gran maestría acercar al espectador la cotidianeidad de la profesión más antigua del mundo. A pesar de que otros artistas como Manet o Klimt también se acercaron asépticamente a esta realidad, fue Lautrec quien realmente mostró desde dentro el universo de los legendario cabarés de Montmartre. «Siempre trató a las prostitutas con respeto, publicitándolas en sus afamados carteles, que sin duda constituyen lo más granado de su obra».

alenador@lavozdigital.es El escritor Rafael Marín Trechera fue en encargado de pronunciar la segunda de las conferencias de las jornadas, titulada Crimen y cómic, un repaso a la representación del hecho criminal en las viñetas a lo largo de todo el siglo XX. Así, los tebeos norteamericanos comenzaron a explorar este mundo al lado de la ley, a través de grandes héroes como Dick Tracy, Spirit o Rip Kirby, personajes míticos del cómic de los años 30 y 40. No obstante, en los años 50, «la palabra crimen se puso de moda», apunta Rafael Marín, hasta tal punto que los tebeos se llenan de sexo y violencia. Las biografías de gangsters como Al Capone llegan a poblar las estanterías provocando el rechazo del gran público, al no considerar estos productos adecuados para los niños, imponiéndose una fehaciente censura que prohibía los tacos, las imágenes fuertes e incluso la palabra crimen. Rafael Marín repasó también en su charla grandes exponentes del cómic español como Inspector Dan o Las Aventuras del FBI, narraciones gráficas influenciadas en gran medida por las historietas americanas.