En la biblioteca
Hoy, como cada 24 de octubre desde hace diez años, se celebra el día internacional de la biblioteca. Un día que pasa por el calendario sin la fanfarria del día del libro ni la exquisitez del día de la lectura, pero que nos sirve o que nos debería servir para recordar que aún hay sitios donde la gente se reúne en torno a un libro. Sitios que, sin el arraigo que tienen en otros países -no hay película norteamericana donde no salga una biblioteca- sobreviven a las prisas y al desánimo de la sociedad actual. Las bibliotecas son mundos por recorrer perfectamente ordenados en estanterías que dejaron hace mucho de ser el oscuro desván donde una bibliotecaria de moño y gris intentaba que nadie la molestara en su letargo.
Actualizado:Cada mañana se reúne en torno a la prensa un grupo de personas a las que no les atrae ni el baile ni el juego. Leen por turnos tres, cuatro y hasta cinco periódicos que luego desmenuzan en sus comentarios antes de coger un libro. Alguno de ellos, al que las filiaciones le dan alergia, prefiere leerlo en la sala después de saludarnos y preguntar por aquel compañero de lectura que hace días que no viene, «¿estará malo?», «no, se ha ido con la hija». Ya nos conocemos todos, sabemos lo que les gusta, cuántas veces se han llevado una película, qué están investigando y procuramos que se sientan como en casa, que es la soledad la que muchas veces les arrastra hasta nosotros. Nos faltan ya algunos que se fueron dejando sus libros en los estantes y sus cosas en nuestra memoria, «¿te acuerdas de aquel ?». Bromeamos diciendo que somos los confesionarios del siglo XXI, que escuchamos a nuestros parroquianos y procuramos solucionar sus dudas. Que los que vengan no se vayan con las manos vacías. Es nuestra profesión.
Hoy, como siempre, reencontrarnos será nuestra mejor forma de celebrar el día de la biblioteca.