Los incendios han destrozado alrededor de 110.000 hectáreas. / AFP
el fuego arrasa california

La espiritualidad californiana conjura los fantasmas del Katrina

Los incendios han provocado el mayor movimiento de desplazados vivido en Estados Unidos desde el azote del huracán

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El efecto del Katrina flota en el aire y es imposible no comparar el estadio del Qualcomm de San Diego con el Superdome de Nueva Orleans, pero son como el día y la noche. El Superdome era el infierno bajado a la tierra, un sodoma y gomorrra donde las bandas callejeras gobernaban el lugar y las masas se amotinaban por una ración de comida. La Policía los trataba como escoria y no dudaba en disparar a quien intentase abandonar aquel infierno. En el Welcomm los refugiados son las víctimas a las que todo el mundo quiere mimar. Es como si la conciencia social de California se hubiera concentrado en desahuciar esos fantasmas que han traumatizado al país durante estos dos años.

"Todas nuestras necesidades han sido cubiertas, este lugar es alucinante", dice Cliff Thomann, padre de cuatro niñas de entre cuatro y 17 años que llevan tres días durmiendo en el aparcamiento del estadio. "Ha pasado por aquí tanta gente ofreciéndonos cosas que hace ya dos días que les decimos a todo que no. Anoche, en la cena, había tanta variedad de comida que tuve que cortarme, porque lo que no quiero es salir de aquí con cinco kilos de más".

Las donaciones han caído sobre el estadio con tanta consistencia como las cenizas que cubren la ciudad. Los voluntarios hacen cola para ofrecer desde servicios médicos hasta juegos de niños, masajes o acupuntura, y el Gobierno Federal ha estado tan dispuesto a ayudar, que el propio gobernador Arnold Schwarzenegger pensó que era una broma la primera vez que le dijeron que el presidente estaba al teléfono.

Así es como la naturaleza le ha dado a George W. Bush una segunda oportunidad para redimir los pecados del Katrina, bendecidos esta vez por el plácido espíritu del hippismo californiano, que confía en el karma de la vida.

Zona de desastre nacional

Por ello, Bush, que parece haber aprendido la lección, no ha dudado en desplegar más medios y llevar a cabo una organización mejor que la que hubo en Nueva Orleans. Además, ya ha declarado California como zona de desastre nacional y ha asegurado que utilizará los fondos federales para ayudar al estado y a todas las personas afectadas a recuperarse de la devastación causada por las llamas. Algo que podrá comprobar de primera mano mañana mismo cuando se desplace a la zona y visite a los afectados.

Por otro lado, ya son más de 950.000 personas las que se han visto obligadas a abandonar sus hogares, cifra que podría verse aumentada en las próximas horas, si, como se teme, los fuegos continúan avanzando con la misma voracidad que en los últimos días, impulsados por los vientos y por la extrema sequedad del terreno, tras la peor sequía de los últimos veinte años.

Hasta el momento, se calculan que se han quemado 160.000 hectáreas, el doble que toda la ciudad de Nueva York, cifra que aumentará tras la veintena de focos de incendios que se extienden, en estos momentos, desde el norte de la ciudad de Los Angeles hasta más allá de la frontera con México.

Ante la extrema contaminación del aire, algunas ciudades, como Los Ángeles, han recomendado a sus vecinos, principalmente, aquellos que sufren enfermedades del corazón y respiratorias así como a los de edad avanzada, no salir de sus casas por los "problemas de salud" que dicha contaminación puede producir. Y es que, la Oficina de Salud ha informado de que el aire está muy contaminado con partículas en suspensión, humo y gases.

A la gravedad de la situación se une el hecho de que miles de personas que tuvieron que huir de las llamas no saben qué ha ocurrido con sus viviendas.