Reflexiones Navideñas
Soy consciente de que me pueden llamar agonía, agobio, bullanguero o cualquier otro adjetivo que se les ocurra, pero deberán comprender que el tiempo pasa demasiado aprisa y, cuando menos uno lo espera, de nuevo estaremos viendo la Hermandad de la Borriquita entrar a Carrera Oficial por Alameda Cristina. Así que, aprovechando que estamos a poco más de dos meses para la Navidad, y que nuestro municipio ya ha comenzado la anual labor de instalación del alumbrado extraordinario navideño, me tomo la libertad de desgranar una serie de reflexiones absolutamente personales que, no obstante, quiero compartir con todos ustedes. Vivimos en un país en el que los ciudadanos nos estamos resignando a aceptar como nuestro, bajo el calificativo de políticamente correcto, todo lo que llega de fuera, con el evidente abandono y ulterior desprecio hacia lo que ha venido siendo consustancial a España. Este país, católico por tradición, donde en algunas zonas como Jerez la Navidad se vive de forma especial, camina lenta pero inexorablemente hacia la pérdida de nuestras costumbres más tradicionales, entre las que la Navidad destaca con luz propia.
Actualizado: GuardarDe entrada, ya he comenzado a oír determinados colectivos que abogan porque en cual o tal Colegio no se instale el tradicional portal de Belén. Aunque de momento la moda se está dando especialmente en Cataluña, temo que en pocos años se extenderá como la pólvora por todo el país, y pronto en algunas aulas jerezanas dejaremos a un lado nuestro entrañable nacimiento, dando paso a una festividad que, basada en la Navidad, intentará desprenderse de cualquier halo que suene a religión, algo por otra parte imposible de entender. Más si lo religioso está en entredicho, también lo está lo lúdico, pues me llegan noticias de que el colectivo ecologista de turno, siempre preocupado por el bienestar ciudadano, ha exigido al Ayuntamiento jerezano que no cuelgue luces de los árboles. Al parecer las palmeras, los naranjos y demás especies arbóreas, sufren una importante dosis de estrés a cuenta de tanta bombillita y tanta celebración, al margen del despilfarro energético que ello supone, impropio de un municipio endeudado como el nuestro.
Por si fuera poco, hay otra moda de la que Jerez se viene haciendo eco desde hace ya varios años, consistente en que el personaje de Baltasar, Rey Mago negro, sea encarnado por una mujer. Por muchas lecturas que realizo, la Biblia siempre habla de los tres Magos de Oriente, sin que exista un solo versículo en que se especifique que dos eran Magos, y Maga la tercera.
Llegados a este punto, en breve asistiremos a un niño Jesús que será niña por años alternos, al objeto de dar cumplimiento a cuantas normas se dictan sobre paridad. Y puestos a igualar la lucha de sexos, al portal irán tanto pastores como pastoras en número similar, cumplimentando de ese modo la legislación sobre mujeres en profesiones sub-representadas. Rizando el rizo, ocasionalmente San José podría ser homosexual, con lo que se sentirán satisfechos los colectivos que se amparan en la bandera arco iris y, en similar onda, la Virgen podría ser machote, y así el colectivo transexual también tendría su sitio en nuestras inminentes fiestas de final de año. Y ¿por qué no?, determinados años tanto San José como la Virgen serían mujeres que mantienen una relación lésbica similar a la matrimonial, fruto de la cual existe un hijo, recibiendo felicitaciones desde los colectivos de lesbianas de todo el país. Cuadrando el círculo, con la Virgen macho, daríamos plena satisfacción a quienes defienden las relaciones de convivencia entre varones, con pleno acceso a la paternidad responsable, vía adopción. Lo malo es que mientras todo esto ocurre, algunas cosas en la realidad, otras aún en la ficción, acá nos tragamos los velos en las escuelas, los matrimonios pactados entre determinadas razas, así como la imposición de normas que conculcan nuestras Leyes más fundamentales, dejando que este país se nos vaya literalmente a tomar viento fresco, al alejarnos de todo aquello que un día sirvió para crear nuestra tierra.
Supongo que estas breves reflexiones, que ustedes pueden completar con sus propias experiencias, podrán tildarse como desvaríos ilógicos de un hombre de mi edad, sin embargo, si guardan este recuadro entre las páginas de algún libro, tal vez en veinte o veinticinco años tendrán que decir aquello de: ¿cuanta razón tenía aquel columnista! Mientras ello llega, propongo que ésta Navidad el Niño Jesús ocupe un lugar privilegiado en nuestros hogares. Nada hay más hermoso que revivir aquello que realmente nos ha hecho ser nosotros mismos.