Opinion

Sin oposición

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l progresivo reflujo del número de aspirantes a las carreras fiscal y judicial ha animado al ministro de Justicia a lanzar una discutible propuesta basada en la supresión de las clásicas oposiciones a cuya preparación los aspirantes dedican una media de cinco años. La fórmula del ministro permitiría a los mejores alumnos de Derecho una vez licenciados y, tras su paso por Escuelas especializadas, incorporarse a la judicatura. Pero difícilmente un horizonte laboral como juez o fiscal podría competir con las ofertas de los bufetes dirigidas a los alumnos más brillantes; y tampoco parecen suficientes unos meses de Escuela judicial para habilitar a recién licenciados en quehaceres de tanta responsabilidad. El problema está bien detectado, pero la solución requiere todavía una reflexión más profunda.