Washington logra que turcos y kurdos rebajen la tensión en la frontera iraquí
EE. UU. consigue que la mediación del presidente del país del Golfoconvenza al PKK para decretar un alto el fuego unilateral
Actualizado:Los diplomáticos han conseguido apagar un foco, pero el incendio sigue sin ser controlado. La crisis de la frontera turco-iraquí que el sábado se cobró una cifra aún indeterminada de vidas quedó ayer cerrada, aunque todo hace presumir que en falso. La presión de Washington y Bagdad tuvo su efecto y los guerrilleros rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) confirmaron anoche en boca de su responsable de relaciones públicas, Abdelrahman al Yaderyi, su disposición a declarar un alto el fuego que debería haber entrado en vigor la pasada medianoche si Ankara renunciaba a una acción militar contra ellos en el norte de Irak. La noticia ya había sido adelantada horas antes por el presidente iraquí, Yalal Talabani, también integrante de la comunidad kurda, en declaraciones en la provincia de Suleimaniya a un grupo de periodistas. Talabani, con buenas relaciones con el PKK, pudo convencer a los dirigentes separatistas para que concedieran «una tregua unilateral» para optar por las vías políticas.
Difícil acceso
El pacto entre Bagdad y la comunidad kurda garantiza que las autoridades iraquíes no detendrán a los guerrilleros del PKK refugiados en su territorio. «No podemos hacer esos arrestos, ya que viven en zonas montañosas de difícil acceso. Nosotros estamos en contra de toda forma de violencia, y volvemos a hacer un llamamiento a los rebeldes para detener la violencia», dijo Talabani.
En el trasfondo del supuesto éxito diplomático de Talabani está, sin duda, la presión ejercida por el Departamento de Estado norteamericano. Su mediación se llevó a cabo tanto en Irak como en Turquía. La propia Condoleezza Rice dirigió el teatro de operaciones y puso a trabajar al embajador de Estados Unidos en Irak, Ryan Crocker, para obligar a Talabani y al primer ministro, Nuri al Maliki a que exigieran al PKK que abandonase las armas o, en caso contrario, que se fuese de Irak. El órdago surtió efecto y se plasmó en el alto el fuego. De forma paralela, desde Washington también se apuntó hacia el Ejecutivo otomano. Una intensa presión diplomática también convenció a Turquía de que ahora no es conveniente la invasión del norte de Irak. Poco después, el ministro de Asuntos Exteriores turco, Alí Babacan, aseguró en Kuwait que Ankara intentará solucionar esta crisis por la vía diplomática.
El portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack, afirmó algo después que Rice instó al primer ministro, Recep Tayip Erdogan, y al presidente del Kurdistán, Masud Barzani, a moderarse en sus acciones contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). «No creemos que las operaciones unilaterales en la frontera sean la mejor manera de tratar la cuestión», indicó McCormack. Turquía, de cualquier manera, mantiene en el aire su amenaza de realizar incursiones militares en Irak para castigar a los rebeldes kurdos. McCormack, aunque admitió que EE UU califica al PKK de organización terrorista, sugirió que «hay mejores formas de abordar el asunto». Por ello, recomendó a Turquía y a Irak «trabajar juntos para mitigar y eliminar» la amenaza que supone el partido kurdo, ya que, a su juicio, ésta es una «amenaza común». El representantes de la Administración Bush señaló también que Rice reiteró a Barzani la importancia de que «Irak trabaje activamente con el Gobierno turco para combatir lo que es una amenaza real para los ciudadanos turcos ».
Erdogan aseguró previamente que le había comunicado a Rice su deseo de que Estados Unidos actúe con rapidez en la lucha contra los rebeldes kurdos, a lo que ella contestó que le diese «unos pocos días». McCormack, por supuesto, se negó a explicar a qué se refería Rice con esa expresión.