TRISTE. La obra utiliza lo grotesco como atractivo. / LA VOZ
Cultura

La 'tragicomedia' de la crisis argentina toma hoy las tablas de La Lechera

Compañía Sala 420 presenta una dura metáfora sobre el presente del país El autor y director es Rubén Montreal

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Cuatro descastados intentan dar forma a un espectáculo destinado, según ellos, a dar testimonio del esplendor argentino en el desaparecido siglo XX. Conducidos por un extraño y carismático líder típicamente argentino, la troupe Les Ballets du Sur ensaya la versión criolla de Bolero de Ravel, en un descampado en medio de una villa de emergencia. Los tropiezos que tienen para dar forma al citado espectáculo son presididos por el hambre y la destrucción, que hacen presa de la singular compañía.

A fines del 2001 se desencadenaba en Argentina una crisis sociopolítica de inusuales características. El país entraba en default y dejaba de cumplir con sus obligaciones para con sus acreedores externos. Los depósitos bancarios de los usuarios eran retenidos en los bancos y la caída de la Ley de Convertibilidad (un peso igual a un dólar) provocaba una devaluación enorme del peso argenti-

no. Se producía lo que se dio en llamar pesificación asimétrica por lo cual hubo una transferencia fenomenal de recursos a unos pocos beneficiados mientras el grueso de la ciudadanía despotricaba en las calles e intentaba incendiar bancos mientras pedía «que se vayan todos», refiriéndose a la desprestigiada clase política y al inerme poder judicial.

Es en este contexto en que nace Bolero Criollo, una obra que se presentó por primera vez en la Sala Armando Discépolo, de la Comedia de la Provincia de Buenos Aires, en 2001. A tono con los tiempos que corrían, la obra no podía ser otra cosa que un drama.

Lo grotesco y lo trágico

La situación del país era grotesca (trágica, para muchos), los disparatados personajes de relevancia en la sociedad argentina eran básicamente grotescos, y las soluciones al desmadre en que se vivía se percibían como patéticas, desventuradas.

En este plan, Bienaventurado, Glorioso, Enamorada y Estupenda, cuatro excluídos del sistema intentan dar forma a un espectáculo basado en el magnífico Bolero de Maurice Ravel, que los lleve más allá de las fronteras del país que los maltrata y no satisface sus necesidades básicas. Pero (siempre hay un pero), por desidia, ignorancia,o una combinación de ambas, el grupo (Les Ballets Du Sud) elige mal al conductor que ha de proyectarlos a un futuro venturoso. Bienaventurado (Pilú) es un líder carismático, atractivo, con voz de mando, pero -como tantas veces ocurre- además es demagógico, mentiroso, oscuro en sus intenciones y manipulador descarnado de las débiles voluntades que se ponen en su camino. Los inefables Glorioso (Nonó), Enamorada (Frufrú), y Estupenda (Fafá), se ponen ciegamente en sus manos para preparar el espectáculo que habrá de proyectarlos lejos de las miserias que padecen en su tierra natal. No puede salir bien. Más, teniendo en cuenta que una de las citadas miserias -la principal- es el hambre que padecen mientras saltan y bailan en el basural maloliente que hace las veces de improvisada sala de ensayos.