![](/cadiz/prensa/noticias/200710/22/fotos/008D1JE-JER-P4_1.jpg)
Luces de Bohemia
La joven Luz Saldaña Cacheiro capitanea Gestión Jerez, una de las más antiguas asesorías fiscales, contable y laboral de la ciudad
Jerez Actualizado: GuardarTras la mampara de cristal esmirriado está el despacho de Luz. En la puerta no hay un letrero que diga «Luz, investigaciones privadas», aunque el escenario tiene un cierto halo a novela policíaca. Se trata de su despacho, de su espacio, del lugar donde dirige un ejército de papeles y hojarasca que no acaban nunca de volar de un lado a otro. Tampoco es una jaula donde la vida la arrojó con «un manotazo duro, un golpe helado», como diría el verso de Miguel Hernández. La súbita muerte de sus padres fue el detonante para que sacara fuerzas de flaqueza a los 23 años y se hiciera cargo del negocio familiar y de aquel despacho. Heredó una asesoría fiscal, contable y laboral saneada, seis leales empleados, una carrera acabada de comenzar y una preciosa enciclopedia universal que cubre un testero tras el cristal, con vistas al revoleteo de las palomas que entran y salen de la cornisa del balcón que da a la plaza del Arenal, en el número 2 de la calle Consistorio.
A Luz, quizá, le ha costado trabajo encajar el golpe de la vida cuando ésta se pone furiosa, pero ahora entiende que «el sufrimiento te ayuda a madurar como persona». No se corta un pelo en narrar el duro pasado porque lo tiene asumido, y asimilado, que es más difícil. Después tuvo que dirigir la asesoría, estudiar como una jabata y sacarse el título de Graduado Social para colegiarse. Ahora el mar está en calma; bueno, toda la calma que puede ofrecer una gestoría a tres días vista de que se entreguen los modelos de la declaración del IVA. «Siento recibirte con todo este trajín, pero son fechas muy delicadas», comenta. La vieja Gestoría Jerez, fundada hace 64 años, es un despacho al borde de un ataque de nervios.
Dificultades
Ahora le toca asesorar a otros en la vida de los negocios, cuando la experiencia le ha dado los galones necesarios para hacerlo. «Muchas veces me siento como el cliente. Por aquí pasan muchas personas con ganas de luchar, con iniciativa propia. Después la realidad les hace aterrizar y ver que no todo es color de rosa. Cuando pongo a un nuevo cliente frente a los altos costos que conlleva un pequeño negocio, comienzan los problemas. Quizá habría que pensar un poco más en la gente que es capaz de crear riqueza y no machacarla con altos costes impositivos. Después viene lo de la piratería y todo eso. Muchas veces es imposible hacer frente a todo a la vez y Andalucía, ante esta imposibilidad, contrae la filosofía de la fullería», subraya mientras baila el ratón del ordenador de un lado a otro.
«Quizá -prosigue- los políticos debería de hacer algo para fortalecer la iniciativa privada que, en el fondo, soporta todo el tejido económico de una ciudad como Jerez. Al menos así lo veo yo, que estoy todos los días luchando en la arena».
Gestoría Jerez la fundó su abuelo, allá por 1943. En la calle San Pablo. De la primera generación pasó a Manuel Saldaña, un jerezano culto e inteligente, con fondo suficiente como para convertir la pequeña asesoría en una de las más conocidas. Y ahora, los aires nuevos que Luz le sigue inyectando. «Preservamos la cartera que tenemos e intentamos captar nuevos clientes. Como asesoría que somos, lo que realmente me atrae de mi trabajo es precisamente prestar un servicio integral a las empresas que son nuestros usuarios», subraya.
Luz prosigue con el legado que heredó de sus mayores, «aunque no vivo en el despacho siempre. Me gusta arreglar algunos asuntos personalmente porque me interesa el contacto con la gente», afirma.
Viajera, madura, algo bohemia y aficionada a la lectura y a la fotografía, Luz sigue buscando la coherencia de existir entre los mil papeles que la rodean. Cuando la noche se cuela en la arista del día, la luz del despacho sigue encendida y el cristal esmirriado hace un juego de brillos acrisolados. La otra Luz todavía trabaja en el silencio; y don Manuel, allá donde esté, se siente orgulloso de la claridad humana que desprende el despacho que ya no es jaula ni tormento para nadie.