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A CADA UNO LO SUYO

¿Es la soberanía N-A-C-I-O-N-A-L, idiota!

Si ETA muriera algún día (algo improbable desde que su fiel enfermero Zp la sacó de la UCI), el primero que se plantaría a la puerta del albacea para ver qué le ha tocado en el testamento sería Ibarreche. Quien dice Ibarreche dice PNV, por supuesto; de hecho, ETA no ha tenido que morir para que el nacionalismo vasco «legal» lleve décadas beneficiándose de la sangre derramada; de los sesos esparcidos; de los niños desmembrados. Por ello es especialmente repulsivo ver al presidente del Gobierno vasco (no me da la gana de llamarlo lehendakari) hablar por un lado contra ETA fingiéndose compungido, mientras por el otro se afana en recoger los frutos podridos del árbol negro del terrorismo. No es tan sólo una cuestión de hipocresía sino, más bien, de pura maldad, porque hablamos de una perfecta simbiosis entre dos fuerzas que persiguen el mismo objetivo usando medios no muy diferentes: el terror los unos, y la permisión del terror los otros. Así que Ibarreche no debería decir que «ETA no impedirá a los vas-kos hacer su camino» (esta vez se olvidó de las vas-kas) ya que, más que impedir, ETA es el soporte imprescindible para que sus vas-kos y sus vas-kas consigan lo que quieren. Y cuando afirma que la ETA ha perdido el norte, ¿quiere decir que lo ha perdido hoy, ayer, o la semana pasada? Que deje ya de tomarnos por gilipollas, porque el norte lo perdieron cuando mataron por primera vez, hace casi cuarenta años; y si no, no lo han perdido.

JOSÉ LUIS TORO
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En cuanto a Zp, o «Z» como hay que decirle ahora, debería tener en cuenta que a partir de que Ibarreche convoque el plebiscito para que los suyos decidan sobre lo de todos, cualquier ámbito territorial tendrá derecho a hacer lo mismo: desde otras regiones, hasta los residentes de una urbanización o un bloque de vecinos. Por eso la soberanía es nacional, porque reside en la Nación, en toda la Nación (¿la española, idiota!), y por eso es tan triste ver que Zp recibe al dirigente vasco en la Moncloa como si fuera un jefe de estado (detalle nada banal que va sumando puntos a la causa etarrechera), le dice que no, con la boca pequeña, en lugar de suspender la autonomía vasca, reconoce la «solidez» del plan soberanista, y permite que su fanático ministro de Justicia diga sin pudor que «se volverán a dar las condiciones para negociar con ETA» en un futuro lejano tan lejano como después de las elecciones, ¿verdad, bonito?

A mí lo único que se me ocurre preguntarle a este gobierno es: tras cerca de medio siglo de terrorismo etarra, ¿qué cojones queréis negociar? O se rinden ellos, o nos rendimos nosotros. Lamentablemente, ya conocemos las preferencias de Zp; Zp con «Z»; con «Z» de traiZión. www.acadaunolosuyo.blogspot.com