Opinion

Europa camina de nuevo

Dos años después, Europa ha sabido rehacerse y alcanzar un nuevo Tratado en Lisboa que le permite continuar, más lento de lo previsto, con el proceso de Unión. La negativa de franceses y holandeses al voluminoso tratado constitucional originó en 2005 una grave crisis en una Europa donde los ciudadanos miran más por sus propios bolsillos que por un bien general de millones de europeos. Pero la actitud y la ineficacia de algunos dirigentes políticos contribuyeron a un periodo de confusión y de recelos con el peligroso condimento de la división creada por la guerra de Irak.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Los dirigentes de los principales países europeos se han renovado. El papel de la canciller alemana, Angela Merkel, para superar la crisis institucional europea ha resultado fundamental, así como el impulso del peculiar nuevo presidente francés, Nicolás Sarkozy, y el pragmatismo del nuevo primer ministro británico, Gordon Brown. Sin duda, el francés Sarkozy afrontaba el reto más controvertido después de la negativa de sus ciudadanos. La decisión política es no correr riesgos. El nuevo tratado se firmará el próximo 13 de diciembre en Lisboa y todos se apresurarán a ratificarlo en sus parlamentos, nada de referéndums. Sólo Irlanda ha decidido pasar esa prueba de fuego. No ha sido fácil conciliar todos los intereses, sobre todo superar todas las trabas que han planteado los hermanos Kacinsky, presidente y primer ministro de Polonia. Las elecciones polacas han provocado una posición más intransigente de lo habitual del primer ministro Kacinsky que temía perder su sillón gubernamental.

Uno de los puntos importantes del nuevo tratado es la presidencia permanente y muchos ojos se han fijado en el ex primer ministro británico, Tony Blair. Sería una buena opción que, además de gozar del prestigio de Blair y de sus dotes negociadoras, propiciaría un acercamiento de los euroescépticos ciudadanos británicos a la UE. Sólo les preocupan los buenos negocios que pueden hacer con Europa pero desconfían hasta el punto de que ni siquiera forman parte de la zona euro. En Lisboa consiguieron desvincularse de la Carta de Derechos Fundamentales. Aunque parece un tratado de mínimos, lo importante es que Europa camina de nuevo.