Opinion

Domund: cifras y realidad

Hace unos años el gran público sabía qué hablábamos al referirnos al domingo del Domund. Ahora me temo que la idea es bastante vaga de lo que significa y en algunos sectores se desconoce. Por eso comenzamos diciendo que desde 1926 la Iglesia Católica celebra en el penúltimo fin de semana de octubre el Domingo Mundial de las Misiones (Domund). Tres son sus objetivos: animar a los cristianos en su compromiso misionero, suscitar la vocación misionera en nuestras comunidades y ayudar económicamente a los que están en la primera frontera de la evangelización.

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Fieles al mandato de Jesús: «Id por todo el mundo y haced discípulos míos» (Mt 28-19-20). La Iglesia no es para sí misma, sino para los pueblos, para cada persona. No debe acomodarse a este mundo, sino que su misión es anunciar el Evangelio de Jesucristo a las naciones y con ello presta un primer servicio a la humanidad potenciando y orientando todo lo que de positivo y noble tienen el hombre y su cultura. Ofreciendo la salvación de Cristo hace que los oprimidos de la tierra encuentren un camino liberador, que los hambrientos sean saciados, que los humillados sean enaltecidos y que la paz sea fruto de la justicia. De ahí, que la acción misionera no es handicap u obstáculo al desarrollo social, técnico y cultural de los pueblos, sino que tanto en el viejo occidente como en los otros continentes es semilla de redención y promoción del hombre según la medida de Cristo. Por ello, el lema elegido para este año es: «Dichosos los que creen», porque no estarán solos, porque habrán encontrado sentido a sus vidas, porque son fermentos de una nueva humanidad.

La «matriz» de la Iglesia no está seca como nos quieren hacer ver los agoreros de turno. La fe católica no ha disminuido en el mundo, sino que entre 1978 y 2004 el número de católico ha aumento en 341.833.000 más. El número de obras sociales en las misiones se ha multiplicado por cinco, pasando de 5806 a 26.711, entre 1989 y el 2005. Estas obras incluyen hospitales, dispensarios, leproserías, hogares para ancianos y minusválidos, guarderías, centros de promoción de la mujer. Durante los últimos 15 años, la Iglesia ha abierto en las misiones 4 obras sociales y casi 10 obras educativas cada día. El Fondo de solidaridad de las Obras Misionales Pontificias ha distribuido 128.772.510,18 dólares. España es la segunda nación, después de USA, que más ha contribuido en el 2006 con 20.141.015,16 euros. Todo esto ha beneficiado a los más menesterosos de la tierra y es una prueba entre otras tantas de que la Iglesia Católica no es caduca, no está mortecina, sino como dice Benedicto XVI «es joven y esta viva».

A pesar de la fuerte secularización que sufre nuestro país todavía hay 17.515 misioneros españoles esparcidos por los cincos continentes. Además de las nuevas realidades como son las «familias en misión» y los «laicos misioneros» que están desarrollando una presencia profética y testimonial en países de difícil penetración del Evangelio. También, es una gran riqueza espiritual, pastoral y cultural la presencia de sacerdotes, religiosos y religiosas que procedente de Iglesias más jóvenes que están evangelizando muchas de las Iglesias en Europa. Una vez más, la universalidad y la comunión eclesial salva la fe de pueblos.

¿Cómo colaborar en la propagación del Evangelio que tanto bien hace a la humanidad? Siendo los bautizados miembros activos de la Iglesia, orando por nuestros hermanos que han dejado «casa, patria y familia» para extender el Reino de Dios, colaborando económicamente en la colecta del Domund. Y si quieres estar seguro que tu dinero llegue a los más pobres del mundo, ayuda siempre a los misioneros de la Iglesia Católica.