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DE MODA. Riera celebra su gol de anoche ante los blancos. / EFE
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El Real Madrid de Bernd Schuster no carbura

Anoche sufrió en Montjuic su primera derrota de la temporada El Espanyol, superior en su juego, sentenció con un golazo de Tamudo

AMADOR GÓMEZ
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El Real Madrid sigue líder de la Liga, pero no carbura. Su posición, que ahora no sólo se ve amenazada por el Barça, no se corresponde con su pobre fútbol, que va de mal en peor. Incluso los resultados han abandonado ya al campeón. El Madrid no se aprovechó del tropiezo del Barcelona y también sufrió su primera derrota de la temporada ante un Espanyol que fue superior y sentenció con un golazo de vaselina de Tamudo, que tras dar a los blancos más de medio título, les dejó sin la posibilidad de puntuar en Montjuic. Esta vez, el gris Madrid de Schuster no sólo jugó fatal, sino que apenas dispuso de ocasiones y no tuvo carácter para reaccionar. Sólo metió algo de miedo en el tiempo añadido, ya a la desesperada, cuando Sergio Ramos recortó diferencias, aunque el partido estaba perdido para los blancos casi desde el principio.

El choque quedó marcado nada más empezar con el cabezazo de Riera , a quien la defensa blanca dejó solo en el área para abrir el marcador en el primer córner del partido. El Madrid volvió a fracasar a balón parado y el saque de esquina al minuto y medio pilló dormidos a Sergio Ramos y compañía. A partir de ese momento, a los blancos les tocó tomar la iniciativa, pero se vieron maniatados por la incansable presión del Espanyol y por su incapacidad para entrar por banda, sin internadas ni desborde de Higuaín y Sneijder, que aunque no juegue en su sitio no se parece en nada al de principios de temporada. Por si fuera poco, Guti apenas entraba en juego, porque Lola era un perro de presa con el canterano y el Madrid no encontraba cómodas vías de salida.

Aunque el Madrid llegó en los primeros minutos en numerosas ocasiones al área de Kameni, se fue desinflando ante el empuje y la mayor intensidad de los periquitos. Al equipo de Schuster le costaba enlazar una jugada ofensiva, se volvía embarullar por el centro, y a Van Nistelrooy no le llegaban balones. Además, el Espanyol, muy agresivo en el medio campo, no dudó en emplearse con dureza en algunos momentos, consciente de la calidad de los madridistas arriba y de que no se podía conceder un metro a los delanteros visitantes, pese a su pobre momento. Algo más miedo metieron en el área contraria Riera y Tamudo, aunque aparte del gol del mallorquín, y de la amenaza de Valdo ante Marcelo, el Espanyol no dispuso de más ocasiones claras de gol en un primer tiempo en que hubo mucho ritmo pero poco fútbol.

Tamudo, de 'crack'

El Madrid no reaccionó al comienzo de la segunda parte y pronto se vio sorprendido por un golazo de crack de Tamudo. El delantero catalán recibió en la frontal, se la colocó sin oposición mientras Cannavaro intentaba tapar a Valdo, y desde la línea del área la picó con suavidad superando a Casillas. La vaselina de Tamudo sentenció a un Madrid que aunque no había sufrido atrás tanto como en anteriores ocasiones, se llevó dos tantos en las dos oportunidades de las que dispuso el Espanyol. Ya no le quedaba otra al líder que ir a por todas al ataque, pero tampoco lo hizo. Mientras, Schuster esperaba en el banquillo sentado, con los brazos cruzados, enfadado con los suyos pero resignado, mientras cambiaba a los dos presuntos extremos que no habían aportado absolutamente nada.

Drenthe ocupó el puesto del desconocido Sneijder, cuyo bajón es preocupante, y el hasta ahora olvidado Soldado el de Higuaín, porque Schuster no tenía más donde elegir entre los convocados. Tampoco mejoró el Madrid. Al contrario. El Espanyol jugó todavía mejor, y comprobando la debilidad blanca, se lanzó a por más goles, dando además un repaso de juego a los madridistas. Casillas tuvo que salvar el tercero a bocajarro ante Tamudo y el Espanyol perdonó algún gol más. Incluso el público llegó a corear a su equipo con olés, mientras el Madrid deambulaba con pena por el campo, con muestras de impotencia, y deseando llegar al final para evitar que el marcador no fuese más amplio, aunque se encontró con un gol de última hora de Sergio Ramos. Hasta Casillas se lanzó entonces al ataque para esperar un golpe de suerte que en esta ocasión no llegó.