«Las palabras son algo orgánico que forma parte de nosotros, como los huesos»
Manuel Rivas protagonizó ayer una conferencia cargada de recuerdos de la infancia, reflexiones y anécdotas El escritor aseguró que «gran parte de la historia del periodismo es también una historia de silencios, de huecos»
Actualizado:Llegó tranquilo entre las curiosas miradas de los muchos admiradores que, tras su intervención, lo retuvieron para que les dedicara docenas de ejemplares de sus libros. La misma calma que refleja su físico la transmite el tono de su voz, pausada y melodiosa. Manuel Rivas tituló su conferencia como una de sus obras El periodismo es un cuento e hizo un recorrido a modo de relato de su vida literaria y periodística, de los orígenes de su temprana vocación cuando con poco más de dieciséis años tenía que transcribir la crónica de un corresponsal que apenas se veía porque era la cuarta o quinta copia del papel de calco. Sólo consiguió descifrar una o dos palabras, entre ellas, patata. «Utilicé la imaginación y pensé que era la crónica de la aparición de una patata gigante», contó entre las risas de los asistentes.
Rivas comenzó su intervención en el congreso de la Fundación Caballero Bonald enseñando el petroglifo -la primera escritura conocida en Galicia compuesta por varios círculos concéntricos y grabada en granito- y trató de explicar con él la relación entre la literatura y el periodismo: «Lo más parecido al periodismo es el primer círculo, los otros permiten pensar que hay más dimensiones de la realidad. El segundo círculo puede ser la imaginación, el otro las leyendas y el último, la memoria».
Recordó sus primeras vivencias unidas a los periódicos: cómo su abuelo «cazaba las noticias al vuelo», es decir, atrapaba las páginas de los diarios que encontraba por la calle con el bastón para leerlas o cómo deseó con todas sus fuerzas aprender a leer tras ver a su hermana mayor leyendo en voz alta la sección de sucesos y las esquelas a lo asiduos de una taberna subida a una mesa. «Al acabar la gente le regaló caramelos de La Vaca Vieja y un plátano», contó.
Más mojado
El escritor gallego recordó ayer uno de los pasajes familiares que incluye en su obra El periodismo es un cuento. Su madre, intentando secar la ropa mojada de su padre -albañil- en un día de lluvia le pidió que se buscara «un trabajo en el que no te mojes»: «No hay ningún trabajo en el que te mojes más que en el periodismo», sentenció Rivas. Con una dilatada experiencia con la actividad informativa diaria, Rivas explicó ayer que «una cuestión fundamental en el periodismo es la ironía, poner en cuestión las verdades oficiales».
Manuel Rivas dibujó con sus palabras una época no muy lejana en el tiempo pero sí en las formas. Contó cómo tuvo que aplazar para el día siguiente «una entrevista con Luis Seoane, un escritor en el exilio» porque avisaron de la inserción de una esquela: «Toda la maquinaria del periódico se paraba porque se cobraba en metálico». «El periodismo de entonces -en referencia a los años de la Dictadura- estaba absolutamente coartado y lo peor es que conducía a las personas a la sumisión. Pero también tenía otro lado: el uso de la capacidad literaria para contar la realidad».
«Yo creo que las palabras son algo orgánico que forma parte de nosotros, como los huesos», añadió el autor de Ella, maldita alma o El lápiz del carpintero. «Recuerdo que gran parte de la historia del periodismo es también una historia de huecos, de silencios. Al revisar los titulares uno se da cuenta de que el periodismo funciona también como un elemento de ocultamiento. Son los peores momentos» de la disciplina. «Dentro de unos años veremos que lo que se publica hoy sobre memoria histórica es parte de una estrategia para impedir el paso justo del tiempo. Para mí es el último capítulo de la dictadura».
«Creo que la memoria es tan importante para el periodismo que a veces, lo urgente es esperar. Vivimos un tiempo de velocidad con la sensación de que hay que correr para no hundirnos en el hielo. Es importante preservar el sentido de las palabras y eso sólo puede hacerse teniendo en cuenta la memoria. Es lo que nos permite ordenar un poco lo que tiene apariencia de caos».
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