Cartas

Mis fotos, en Salesianos, con Antonio Rosa

Ayer, día 17 de octubre de 2007, hace ya un año que Antonio Rosa Jaén nos dijo hasta luego. El día de su despedida fue un día lluvioso del casi recién estrenado otoño, aquel día el sol no quiso salir, la lluvia caía sobre Cádiz y se mezclaba con las lágrimas de sus seres queridos, de su esposa Mari Carmen, de Antonio, su hijo, de todos sus familiares. La lluvia se unía al llanto de sus compañeros, educadores del Colegio Salesiano San Ignacio, a las lágrimas de los alumnos, de padres y madres, de sus niños y niñas, la lluvia caía y nadie quedó sin llorar de dolor en la despedida de nuestro querido Antonio.

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Hace un año que se nos fue, y Antonio Rosa no se nos ha borrado de nuestros pensamientos, no ha pasado un solo día sin que Antonio no haya estado presente en nuestras vidas, pero su ausencia durante este tiempo ha marcado nuestras vidas para siempre: lo vemos, sobre todo, en el patio bromeando con los alumnos, la presencia del buen amigo, del servicial compañero, del maestro ilusionado con su trabajo, del abnegado padre y esposo enamorado, del alegre músico, del sacrificado deportista...Antonio era un factotum, era un hombre todoterreno: informático, músico, deportista, profesor de inglés, alegre, noble, sencillo, cercano, humilde...

Han pasado 365 días desde el fallecimiento de Antonio Rosa, pero Antonio sigue viviendo con nosotros, raro es el día en el que Antonio no sale en nuestras conversaciones, porque él se implicaba en todo lo que se hacía y en todas las actividades del Colegio Salesiano, actividades musicales, deportivas, culturales. Ahí están los festivales de la canción, los concursos de villancicos, los maratones, las obras de teatro, las fiestas de fin de curso... es un no parar nunca de hacer cosas. Y no digamos nada de su compromiso con el Grupo Scout María Auxiliadora con los campamentos y sus festivales de la canción: ¿cuánta creatividad había en Antonio, cuánto sentimiento bueno, cuánta nobleza...se desprendían de sus canciones.

Sus compañeros en las tareas educativas se quedaron sin un buen amigo que quitaba muchos golpes, que limaba asperezas y que nos hacía la vida más llevadera y agradable, que disfrutaban de su grata compañía; ¿cuántas memorias escolares y programaciones nos hizo Antonio! Era de los pioneros y más avanzados en informática del colegio.¿Cuánta ayuda me prestó! «No te preocupes, Juan Manuel, yo te lo hago».

No lo podremos olvidar, es un buen modelo a seguir, aunque nos hayamos quedados huérfanos con su ausencia.

Antonio, «eres todo aquello que yo nunca pude ser».



Juan Manuel Andrades Almenara. Puerto Real.