Crecimiento a la baja
Las proyecciones sobre el crecimiento mundial difundidas ayer por el Fondo Monetario Internacional confirman los augurios pesimistas sobre la evolución económica, ensombrecida desde agosto por las turbulencias, aún irresueltas, que ha provocado la crisis crediticia en EE UU. Las cifras del FMI revisan notablemente a la baja las predicciones de su último informe, hace apenas tres meses, y anuncian una desaceleración continuada de las economías internacionales en lo que resta de 2007, que se acentuará en 2008. La persistencia de las incertidumbres limita el margen de fiabilidad de los pronósticos realizados por el Fondo y el resto de instituciones concernidas. Pero lo que sus datos sí parecen certificar es un cambio en las expectativas sobre el ciclo de bonanza, necesariamente menos airosas -también para España- que antes de verano.
Actualizado: GuardarEn ese contexto de enfriamiento, el FMI recorta el desarrollo del PIB español hasta el 2,7%, lo que no sólo significaría la pérdida de un punto sobre el ritmo actual, sino que reduce en seis décimas la predicción plasmada por el Gobierno en sus Presupuestos para 2008. Las advertencias del Fondo sobre el impacto de la crisis de liquidez y del retraimiento del mercado inmobiliario tropiezan con el potente desarrollo con el que nuestra economía que superado los pronósticos en los últimos años.
Pero esta evidencia no debería conducir al Ejecutivo a enrocarse en el crecimiento del 3,3% augurado por el ministro Pedro Solbes, ni a persistir en su discurso ambiguo sobre las nuevas circunstancias económicas. Porque resulta un contrasentido que el Gobierno continúe trivializando los efectos de la crisis de confianza en los mercados y del desfondamiento de la construcción, apelando a la fortaleza de la octava potencia del mundo, mientras refuerza su programa de ayudas sociales o plantea medidas discutibles sobre cómo deben responder las entidades bancarias.