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TORERÍA. Pepe Rosado lleva toda la vida en su negocio de alquiler de ropa de torear.
Jerez

Alfileres de colores de alquiler

La casa de alquiler de ropa taurina de Pepe Rosado es casi un santuario para los profesionales y aficionados del toro en Jerez

MANUEL SOTELINO
JEREZ Actualizado:

Pepe Rosado lleva toda la vida metido en el mundo del toro. Cuenta que un día, cuando apenas contaba con ocho años de edad, soñó que no sería torero, pero que a cambio la Divinidad le permitiría que se ganara la vida en el toro. «Tardé algo así como diez minutos para darme cuenta de que no sería torero. Para serlo hay que tener valor, mucha afición y algo de suerte. Yo creo que a mí me fallaba alguna de las tres cosas», comenta Pepe. Su padre, Manuel Rosado Manolín, recompuso la situación y se decidió por montar un negocio que todavía pervive: alquiler de trajes de luces y venta de trastos para torear.

Desde hace años, por el número siete de la calle Honsario han pasado muchos, cientos, quizá miles de torerillos con sueños de ser figura del toreo. Algunos han llegado arriba, a lo más alto. «Por aquí ha pasado Paco Ojeda, Jesulín o Juan José Padilla por darte algunos nombres», subraya el también conocido como Niño Manolín. Y, sin embargo, también han pasado muchos que recogieron su traje de alquiler y después lo entregaron con lágrimas en los ojos por el desencanto de saberse impotentes para ordenar las ideas ante la cara del novillo. Difícil tarea, sin duda.

La habitación donde se encuentran alrededor de veinte trajes dispuestos para ser rellenados por cuerpos de valientes toreros que comienzan, es también un museo de recuerdos. Las paredes están llenas de fotografías de monstruos del toreo. Es como una galería del toreo puro. Está Ordóñez dando el medio pecho a un burel, y Joselito El Gallo con su cara aniñada y su sombrero de ala ancha. Más arriba está Álvaro Domecq y Díez, dándole un muletazo por bajo a un toro en puntas tras bajarse del caballo de rejonear. Y un estoconazo del As de espada, como se conoció al gran maestro Rafael Ortega, y una media con empaque del maestro Francisco Núñez Currillo a un pedazo de toro.

En el otro testero están los carteles. Casi todos de la plaza de Jerez. Uno es de El Puerto, del día que tomó la alternativa El Ciclón de Jerez, Juan Antonio Romero. Y también un cartel con las famosas tres novilladas de Juan Antonio en el mismo día: Cádiz, San Fernando y Jerez. En un rincón está también anunciado Pepe Rosado, con el sobrenombre del Joselín. Y también destaca una novillada de toreros jerezanos que debutaron con caballos ése mismo día, todos, en Jerez. Rafaeli -que dicen que toreaba como los ángeles- y Juan Luís de los Ríos El Formidable entre otros.

Clientela

Pepe Rosado disfruta con su oficio. Los trajes nunca fallan porque siempre sale algún torerillo que tenga necesidad de alquilar. «Aquí no valen los gustos de los chavales, ni las preferencias de colores. Te tienes que colocar el que mejor se adapte a tu cuerpo», comenta Pepe mientras abre el ropero donde están colgadas las chaquetillas. Famosa es la anécdota que siempre se cuenta de su padre.

Siempre les decía a los muchachos cuando se llevaban el género que lo podían traer roto, sucio o chamuscado, pero que no se les ocurriera devolverlos cagados porque por ahí no tragaba ni de coña.

Ahí seguirá durante muchos años más Pepe Rosado que lleva el negocio como nadie. Nada más ve entrar un chaval ya sabe qué traje le puede quedar de dulce. «Ahora muchos van mejor vestidos que los matadores, así que el negocio ya no es como antes. Pero siempre hay clientela porque somos profesionales de muchos años», subraya.

Pepe Rosado, un profesional al que un día, un sueño, le dejó claro que se dedicaría a lo que más ama en la vida: La Fiesta Brava de los Toros.