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MAR ADENTRO

Tirachinas contra sir Francis Drake

Desde el punto de vista judicial, resulta meritorio que el Servicio Marítimo de la Guardia Civil detuviera ayer al buque enseña de la empresa cazatesoros Odyssey Marine cuando abandonó su refugio gibraltareño. Pero dudo que encuentren a bordo algo más que un ranchito de lisas mojoneras: ya volaron del Peñón, la pasada primavera, las 500.000 toneladas de monedas de oro del supuesto Black Swan, nombre simbólico que a mayor gloria de Piratas del Caribe podría identificar a varios pecios próximos a aguas españolas.

JUAN JOSÉ TÉLLEZ
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Dos patrulleras de la Guardia Civil apresaron esta mañana sobre las 11.00 horas el buque cazatesoros Odyssey a tres millas al sureste de Punta Europa, en la Bahía de Algeciras (Cádiz), según informaron fuentes de Verdemar Ecologistas en Acción. Júntense a Emilio Salgari, a Robert Louis Stevenson, a Arturo Pérez Reverte y a Agatha Christie y obtendrán el guión de esta peripecia, a mitad de camino entre las películas de corsarios y los cluedos policiales. He ahí las primeras incógnitas: ¿Cómo salieron los doblones de Gibraltar? ¿Por vía marítima o en un vuelo a Florida? ¿Desde cuando hay vuelos directos de aviones tipo Boeing entre el Peñón y Florida, cuando todos recalan en el Reino Unido o, en su caso, en Madrid?

Pero hay más: ¿Bajaron la guardia las autoridades españolas para que se cometiera tamaña fechoría, tal y como sostiene un informe de la empresa británica Aislive, que confirma las sospechas de los ecologistas de Verdemar? ¿Por qué mostró un alto cargo del ministerio español de Asuntos Exteriores tanto interés en que se permitieran las actividades del Odyssey en torno al señuelo del Sussex que venían utilizando desde varios años atrás? ¿Qué ruta siguieron realmente el Odyssey y el Ocean Alert para localizar el presunto tesoro de Jack Sparrow? ¿Han seguido los actuales titulares del ministerio de Cultura este caso con el mismo interés que el equipo de Carmen Calvo? ¿Cómo se encoge de hombros el Gobierno británico ante este evidente saqueo cuando los buscatesoros actuaban en su nombre? ¿Qué porvenir le aguardan a las acciones judiciales emprendidas por el juzgado de La Línea o por las propias autoridades españolas ante la justicia estadounidense?

Me temo que todos estos interrogantes quedarán sin respuesta. Y que España tiene más perdido este tesoro que el barco del arroz. Lo mejor que podríamos hacer es dotarnos de mayores medios para evitar que sigan saqueando nuestro abundante patrimonio arqueológico submarino. Y también para ello nos queda mucho trecho y presupuestos generales, si se tiene en cuenta que ni siquiera hemos podido llevar a puerto a los tres cadáveres del Nuevo Pepita Aurora que tal vez sigan enmarañados entre sus redes.

Ayer, al menos, la Fundación Titanic logró autorización de sus patronos estadounidenses para utilizar en dichas tareas dos robots de patente rusa que figuran entre sus recursos y que, sin embargo, no forman parte del material disponible por parte de Salvamento Marítimo ni, por supuesto, del competente Centro de Arqueología Submarina que, con sede en Cádiz, intenta defender estas costas de los sucesores de sir Francis Drake. Pero tienen que hacerlo casi con tirachinas.