Putin, sobre el terreno
Los malpensados sugieren que el pretendido plan de atentado contra Putin durante su visita a Teherán fue una filtración organizada para permitir demostrar al dinámico presidente ruso que él no se arredra y, en efecto, tras rumores de cancelación del viaje, Putin lo mantuvo y llegó al Irán en un contexto regional e internacionalmente muy tenso.
Actualizado:Técnicamente se trataba de reunir en una conferencia política y económica, centrada en la gran riqueza del área en hidrocarburos, a los países ribereños del mar Caspio, Azerbaiyán, Irán, Kazajstán, Rusia y Turkmenistán. De hecho, Putin tenía el objetivo específico de advertir a los vecinos del Caspio contra todo intento de tender oleoductos sorteando el territorio ruso y, en el registro bilateral, mostrar respaldo al régimen iraní frente a los EE UU. Coincidiendo con su llegada, el secretario norteamericano de Defensa, Robert Gates, reputado más realista y prudente que su antecesor Rumsfeld, se atuvo al guión y hablando ante una organización del lobby judío en su país repitió, citando al presidente, que todas las opciones están sobre la mesa, la eufemística fórmula retenida para decir que no se excluye el recurso a un ataque militar.
Putin no defiende una bomba atómica iraní. No la desea en su vecindad y, de hecho, es parte de la presión diplomática. Pero se opone a las amenazas políticas o militares y al endurecimiento de las sanciones. Putin preparó bien su viaje a Teherán y sus entrevistas con el presidente Ahmadineyad y el guía de la revolución y referencia final de autoridad en los asuntos clave, Alí Jamenei, al decir el lunes en Alemania que no hay datos objetivos ni pruebas concluyentes de que el plan nuclear iraní persiga dotarse de armas atómicas. Antes de añadir que las amenazas no funcionan ni son el camino.
La Federación Rusa es parte del grupo llamado Cinco más Uno y puede esperarse incluso que si hay cesiones de Irán la mano rusa tenga algo que ver. Y Putin se apuntaría un tanto.