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MILLÁS. 'El mundo' es una historia de adolescencia. / EFE
JUAN JOSÉ MILLÁS GANADOR DEL 56º PREMIO PLANETA

«Crecer significa empezar a fingir que entiendes lo que pasa»

El periodista y escritor se alzó ayer con el galardón por 'El mundo'

FÁTIMA VILA (
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Hay un lugar en la mente de cada hombre, un paraje en sombra dónde se esconde sus miedos, sus anhelos, los perfiles de su vida. Hay un lugar recurrente en el viaje circular de nuestra propia vida capaz de escribir las claves de la existencia. En una novela en la que ha dejado mucho de sí mismo, que ha tenido que pasar «mucho tiempo en un cajón», Juan José Millás ha desnudado las claves y territorios de su infancia, la de un chico de provincias obligado a trasladarse al infierno desde el paraíso, la de una calle que es la metáfora del universo, la de un escritor que todavía se sorprende, felizmente, de «la maravillosa pesadilla que es la vida». El satisfecho ganador del Premio Planeta 2007 desglosaba ayer las claves de El mundo, una novela que ha venido a reunir los trozos de su biografía para hablar de sí mismo con sus genios y fantasmas.

«A los seis años mi familia se trasladó a Madrid desde Valencia y, a partir de ese momento, todo lo de antes y lo de después está marcado por esa herida. Valencia era el paraíso perdido, el territorio mítico dónde estaba el mar y la playa mientras que Madrid era el desierto mesetario, frío y hostil», recordó el autor.

En un viaje por lo más profundo de sus raíces, emociones y recuerdos, Millás ha querido hablar de las piezas que componen nuestra memoria y a nosotros mismos. Una calle, un pasillo, que explican nuestro papel en la vida y dan sentido a todo. «Al final uno aprende que un pasillo no es un espacio de distribución de habitaciones sino una dimensión más allá de la literalidad de las cosas», apuntó el autor que ha situado la trama de su novela en un espacio «real que es más mental que otra cosa»: el madrileño barrio de Prosperidad con la calle Canillas al fondo.

«Ahora es una zona muy cara pero entonces era el lugar dónde terminaba la realidad. Era un lugar de casas bajas que han ido desapareciendo pero que aún laten bajo los edificios. Un lugar en el que vimos cosas maravillosas como el primer asador de pollos frente al que pasábamos horas o los primeros platos combinados Un barrio con mucho carácter en el que había, además, una escuela de taquigrafía en la que se enseñaba con el método ciego. De ahí viene el título falso de la novela, A ciegas. Entonces no sabía que aquello era una metáfora brutal para un autor: la de que el escritor ha de escribir completamente a ciegas», explicó.

Convencido de que esa calle y ese pasillo «han construido el material que soy y la mirada que tengo», el autor de Laura y Julio ha hecho en su nueva novela un retrato de la infancia, «ese momento en el que uno descubre qué hay debajo de lo que se habla». «Cuando somos niños vemos aspectos fabulosos del mundo porque nos es un lugar extraño, nada que sea cotidiano nos parece extraordinario. Crecer significa empezar a fingir que entiendes lo que pasa, por eso el acento de esta novela está en las extrañeza por el descubrimiento y en las fugas de la imaginación», aseguró el autor que afirmó que «en las infancias desdichadas hay momentos de dicha incomparable porque se desarrollan extraordinarios mecanismos para escapa».

Millás ha querido hablar de una calle que es metáfora de nuestro mundo: «Mi sorpresa es que cuando conseguí escapar de ella y conocer lugares increíbles me di cuenta de que tarde o temprano ese lugar siempre está allí dondequiera que voy, como si nunca hubiera salido de mí. Encuentro esa calle en Nueva York, en Londres »

Bucear en el recuerdo

En un profundo proceso de introspección, Millás reconoció cómo esta novela le ha servido para hacer ese ejercicio que todo hombre se hace al preguntarse qué grado de acierto ha presidido su vida, «cuando decides bucear entre los fragmentos y hablar de ellos». «Al comenzar a hacerlo recordé algo que mi padre, que tenía un taller de aparatos de electromedicina, me dijo un día: Fíjate Juanjo, cauteriza la herida antes de producirla. Esto es lo que hay que hacer en escritura, abrir pero con los instrumentos de mayor precisión que hay en el mercado, o en tu cabeza».

fvila@lavozdigital.es