PROMOCIÓN. Imagen del hotel Almadraba, situado en Conil. / LA VOZ
Turismo

Los grandes hoteles de La Janda cierran sus puertas tras la temporada de verano

Los establecimientos sufren la temporalidad del sector y abrirán en primavera Vejer se vuelca en el turismo rural para mantener visitantes en invierno

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El sector turístico en la comarca de La Janda aún tiene que salvar el obstáculo de la estacionalidad, buscando atractivos que puedan mantener un número de visitantes durante todo el año que haga rentable tener abiertos los hoteles. Este problema es común a toda la costa gaditana en la que tras un verano de intensa actividad con miles de visitantes llega un invierno, en el que algunos establecimientos cierran y otros se mantienen sólo con el turismo de los fines de semana y los puentes.

En el litoral jandeño, el único caso que puede sobresalir es el de Vejer de la Frontera, un municipio que, por sus propias características, ha orientado en los últimos años el sector hacia el turismo rural, potenciando a partes iguales tanto sus playas como su patrimonio natural y monumental. Según fuentes del Ayuntamiento, «no podemos limitarnos a explotar solo los dos meses de verano cuando tenemos valores que van mucho más allá del turismo de sol y playa». Esto permite que en Vejer se mantenga una cierta actividad que, aunque sea poca durante los meses invernales, sí que es suficiente para mantener el sector. De esta forma, en los últimos años han proliferado tanto en el municipio como en las pedanías los alojamientos rurales que algunos casos llegan a ser auténticas hoteles con encanto de mayor o menor categoría. También destaca el hecho de que la mayoría de visitantes en esta época son extranjeros. Esta buena salud del sector turístico en la zona hizo que los hosteleros crearan una asociación denominada Turismo Janda Litoral.

Pero los casos más corrientes tratándose de municipios costeros son los de Conil de la Frontera y Barbate, donde predominan los visitantes que buscan exclusivamente sus blancas playas y su buena gastronomía. En Conil el bajón turístico se nota casi de un día para otro, de septiembre a octubre. La imposibilidad de mantener un cierto nivel a partir de esta fecha provoca que en estos días cierren sus puertas los grandes hoteles de la localidad como el Fuerte o el Flamenco. Esto mismo sucede en Barbate, aunque el municipio tan sólo cuenta con media docena de pequeños hoteles de ambiente familiar. Así, la diferencia es notable y desde el hotel Adiafa aseguran que «en esta época y hasta que llegue la primavera, los huéspedes son visitantes de fin de semana y comerciantes que vienen por negocios». Junto a Barbate, Zahara de los Atunes es el lugar donde más se nota el descenso turístico, un municipio que vive de su actividad estival pero que en invierno mantiene cerrados bares y restaurantes. Aquí se ubica el único gran hotel de la zona, el Meliá Atlanterra, cierra sus puertas desde este mes hasta abril del año que viene ante la falta de un turismo consistente que dure más allá de los calores veraniegos. Según el presidente de Horeca, Antonio de María, «es normal que los grandes hoteles cierren durante el invierno, desde finales de octubre o principios de noviembre y más si se trata de municipios de costa».