La 'solución' Veltroni
El popular Walter Veltroni, alcalde de Roma y antiguo (muy antiguo) comunista fue elegido con mucha holgura líder de proyectado «Partido Democrático», el viejo sueño de fundar y mantener un gran partido de centro-izquierda con vocación de gobierno. Las elecciones primarias han sido un éxito no sólo para Veltroni, cuya victoria estaba cantada, sino para el propio proyecto porque votaron hasta un millón de ciudadanos más de lo previsto, lo que parece confirmar que hay sed de un partido semejante.
Actualizado: GuardarEn realidad, el propio gobierno vigente, presidido por Romano Prodi, es una consecuencia primera de esa sed, en cuanto que hijo de las operaciones anteriores de reagrupamiento de fuerzas, abanderado por el propio Prodi, el Olivo y la Margarita. El recurso a denominaciones botánicas ha dejado paso esta vez a la más prosaica, pero más lógica a estas alturas, de «Partido Democrático». Eso vale mucho para los ex comunistas, que ya se llaman ahora «Demócratas de Izquierda» y que tienen en el gobierno, como ministro de Exteriores, a uno de sus pesos pesados, Massimo d´Alema, defensor de tal reordenación como único medio de terminar con lo que es una auténtica canibalización del parlamento que hace poco menos que imposible formar una mayoría estable. El gobierno Prodi tiene ocho partidos en su seno.
De hecho, Prodi, quien ya ha dicho que se irá en cuanto deje la presidencia del Consejo, podría considerar elecciones anticipadas si el congreso fundacional del flamante PD supone la galvanización de los partidos fundadores y sus militantes frente al centro-derecha, a su vez dividido, la «Casa de las Libertades» de Silvio Berlusconi, quien ha podido mantener la disciplina con más facilidad no solo porque él es, per se, una máquina de poder, sino porque dirige un partido grande, Forza Italia.
Se dice que el campo conservador deberá hacer lo propio y reagrupar fuerzas y, así, parece que el modelo norteamericano se impone y eso, en cambio, deberá confirmarse sobre el terreno como la solución a la crónica inestabilidad que es también hija de una legislación electoral concreta y, para decirlo todo, de un cierto gusto italiano, latino, de sentirse mejor con la famiglia, en partidos más caseros, pequeños y clientelares.