Felicidades, Paco
Conocí a Paco cuando yo era muy niño. Entonces, Cepero vivía en Madrid y se acercaba a la peluquería de mi padre cada vez que venía a Jerez. Tenía la vitola del gran artista que es y siempre ha sido pero como persona mostraba su perfil más natural. Desde aquel momento, comprendí que trataba a toda una leyenda de la guitarra flamenca contemporánea. Muchos años después, el artista cumple nada menos que sus bodas de oro: una trayectoria jalonada por grandes hitos que lo han elevado a un merecido lugar de privilegio.
Actualizado: GuardarEl pequeño Paquito Cepero se inició como tantos otros con Rafael del Águila, pero pronto pasó por un bachillerato flamenco fundamental para comprender la profundidad de su toque. Una escuela representada entonces en las ventas y colmaos jerezanos de la posguerra y que le permitió acompañar a grandes cantaores de la talla de Terremoto, El Borrico, Serenita o Sordera de los que asimiló los valores esenciales de la naturaleza jonda y una virtudes en el acompañamiento al cante excepcionales. Época en la que aparece, diáfana, la figura de su padre, un hombre de bien que llevaba y traía a su hijo al epicentro de la jondura jerezana.
Con estas bases Paco pronto comenzó a labrarse una carrera cuajada de éxitos profesionales al ser reclamado por las más importantes voces en los festivales andaluces. Por desgracia, la historia oficial del flamenco poco le reconoce su papel en el descubrimiento y primera proyección de un gitanito rubio de la Isla, llamado Camarón, al que le abrió las puertas de Madrid y su posterior encuentro con el genio de Algeciras, Paco de Lucía.
En la capital de reino tuvo la gran oportunidad de ser una de las guitarras, junto a Paco Antequera del ya mítico Canta Jerez y, más tarde subir a las estrellas de la composición de temas para las voces más importantes de la canción española, como Rocío Jurado. A la vuelta de esta fructífera etapa, reivindica su faceta más flamenca regalando unos acompañamientos mágicos a figuras como Turronero o Rancapino. Amén de certificar su calidad interpretativa en una serie de discos en solitario que comenzaron con Amuleto y llegan a Abolengo. Sus innumerables y prestigiosos premios no hacen sino refrendar la historia de un grande del flamenco quien, en sus 50 años de artista, sigue regalando su arte para paladares exquisitos. Felicidades Paco.