AMBIENTE. El Pampero abrió el pasado 1 de septiembre y ya tiene este ambiente.
Jerez

Una pescada deliciosa

Un paseo por la plaza, una compra acertada y una copa de la tierra con la merluza frita más famosa del centro de Jerez

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Nueva imagen y nuevo nombre para un rincón jerezano donde todas las mañanas se sirve una copa de jerez en su punto con una merlucita bien frita. Es la especialidad de la casa desde hace años, y no sólo se chupan los dedos los comerciantes de la plaza de Abastos, sino también muchos jerezanos que trabajan en las proximidades o gente que pasea por la zona.

El bar El Pampero está abierto desde septiembre, de la mano de uno de los hombres que durante más de veintidós años estuvo al servicio del anterior propietario. Antonio López conoce los secretos de este pequeño rincón, y ahora llega a la carga con todos los deberes hechos, sabiendo los secretos para que el rincón le lleve un sueldo a su casa. La primera sorpresa ha sido la obra que necesitaba el establecimiento. «Hemos hecho una reforma a fondo. Solería, acometidas de luz y agua, desagües nuevos, alicatado adecentamiento decoración y también toda la maquinaria que ves que está de estreno. Hacía muchos años que esto no se tocaba y hacía falta una nueva imagen», comenta Antonio, que no para de servir copas de fino helado y cervezas con su punto de espuma.

La freidora tampoco para de sacar platos de pescado frito. «Sin duda, nuestro producto estrella es la merluza frita. Sin piel y sin espinas. Tantos años nos han dado la suficiente experiencia como para saber darle el punto adecuado al frito», comenta. Además de la pescada blanca con la nácar, los montaditos que es una nueva apuesta. En las botas que flotan a las afueras del mostrador, se colocan los clientes que llegan, consumen una bebida con su pescadito frito, y se introducen en los largos pasillos de la plaza.

En el nuevo equipo comandado por el excelente profesional que es Antonio López está Francisco Castro en el mostrador y Maria Junquera, que se dedica a servir por los distintos puestos que demandan un refresco, una botella de agua o una copita cuando la venta está ya acabada porque «en todos los trabajos se fuma», según comenta uno de los clientes.

Nuevos aires a un lugar tan jerezano como es el rincón donde se unen la puerta de la plaza de Abastos con costado lateral del Convento de San Francisco. En el ambiente penetra ese olorcillo que desprende el buen aceite caliente para el pescaíto frito. Contrasta, casi, con el olor a santo y a incienso disecado que sobresale por las puestas de la iglesia franciscana. Los tenderetes también hacen un pasillo de corbatas, calcetines, lencería y cinturones de todos los gustos. Y al fondo, Antonio López con su Pampero subiendo la intensidad de la freidora porque no se para de sacar raciones, muy suculentas también de precios. «Le pusimos Pampero porque mi Antonio, que es el pequeño de mis dos hijos, nos lo sopló. Buscábamos un título para el negocio, y como todos los sábados solemos en casa tomarnos mi mujer y yo una copita de Pampero para celebrar que la noche es joven -también para los que estamos en casa existe el disfrute- pues quisimos que fuera la marca de ron el nombre del bar», sentencia por último el nuevo propietario. Buena suerte, por tanto, y la seguridad de estará muchos más años con su freidora encendida para llevar un sueldo a casa.