
El Racing Portuense tampoco consigue despegar ante el Cartagena
Los rojiblancos firmaron un empate sin goles en un choque muy aburrido El fuerte viento reinante condicionó en exceso el juego de ambos conjuntos
Actualizado: GuardarNo termina de arrancar el Portuense de Carlos Orúe que ayer volvió a desperdiciar ante el Cartagena una nueva oportunidad de sumar su primera victoria en Liga. En el aspecto positivo hay que destacar que los rojiblancos consiguieron mantener su portería a cero, una circunstancia excepcional en lo que va de inicio de temporada. Pero si la mejoría en defensa fue ayer manifiesta, no se puede decir lo mismo del ataque. El Portuense sigue mostrándose demasiado gris en el apartado ofensivo, ofreciendo escasos balones a sus delanteros y desaprovechando de mala manera los pocos les que llegan.
Ayer, además, se encontraron los locales con un enemigo extra. Y es que el fuerte viento que sopló sobre el José del Cuvillo fue un freno constante en la elaboración de jugadas, un factor que sin embargo no sirve de excusa porque las mismas complicaciones que los rojiblancos se encontraron sus rivales murcianos.
Salió el Racing más enchufado que el Cartagena en los primeros minutos de partido. Orúe dispuso un once con Zurdo y Palacios cargando el ataque por la banda izquierda que dio sus frutos hasta que el contrario se percató de la apuesta del jerezano. Sin embargo, sería el Cartagena el que daría el primer aviso. Fue por medio de Molist, el más incisivo de los cartaginenses ayer, que disparó desde la frontal a las manos de un bien colocado Wilfred. En la jugada siguiente Zurdo devolvía la afrenta y también desde fuera del área lanzaba un chut raso que se perdía a la izquierda de la meta de la defendida por Caballero. Apenas tres minutos después era Palacios el que disponía de una inmejorable oportunidad con una media vuelta en el interior del área que atajó el guardameta sin problemas.
La salida del Portuense comenzaba a dar esperanzas a una afición más callada de lo habitual y que empieza a acusar la mala clasificación de su equipo en la tabla. Al borde de la media hora de juego los locales gozaban de una de sus mejores ocasiones. De nuevo Zurdo desbordaba por su banda hasta la línea de fondo sirviendo atrás un balón en bandeja a Paulino que inexplicablemente lo manda a las nubes. Y en el en el 31' la fortuna casi sonríe a los de Orúe con un pelotazo de Chico desde su propio campo que por poco se cuela entre los tres palos murcianos.
Pero lo mejor llegaría a falta de dos minutos para el descanso con un gol justamente anulado a Palacios. El siempre batallador Paulino lograba llevarse el esférico entre dos defensores rivales a base de trompicones, cediendo a Palacios que según recibe le pega y supera a Caballero. El sevillano ya celebraba el tanto cuando se percató de que el linier mantenía levantando su banderín por claro fuera de juego que ni siquiera fue discutido por los racinguistas pero que sirvió para encender los ánimos del público.
Sin riesgos
Tras la reanudación y a medida que aumentaba el cansancio de los futbolistas, el viento se iba haciendo aún más determinante, relegando el espectáculo a un sinfín de balones largos que apenas inquietaron una u otra portería. Y es que conforme se iba acercando el final pareció entrar el miedo en ambos banquillos ante una derrota que hubiera agravado aún más las crisis que se viven en ambos lados.
Las ocasiones ya sólo llegaban por medio de balones colgados o disparos lejanos que en su mayoría ni siquiera llegaban a tomar dirección a portería. Paulino fue el primero en gozar de un remate claro a la salida de un córner botado por Zurdo pero una vez más se topó con Caballero. Ante la falta de efectividad de sus delanteros, Orúe optó por cambiar sus naipes dando entrada a Giovani, Narváez y Rexhe por el trío inicial de Palacios, Torres y Paulino. El resultado fue el mismo ya que con Masegosa desaparecido en medio de tanto juego aéreo, apenas llegó ningún balón más en condiciones para los atacantes rojiblancos. Quien si continuaba mirando a portería era Molist. El catalán derrochó clase en un par de remates pero Wilfred, sin demasiados aspavientos, se encargó de negarle la gloria del gol.
El partido dio para poco más a parte de la emoción en la grada por algunas faltas botadas por el Portuense al corazón del área murciana. El pitido final del árbitro dejó el marcador sin estrenar y, lo que es peor, a los dos equipos sumando un único punto que deja a ambos con un agridulce sabor de boca y una crisis aún por resolver.