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CARMEN HERNÁNDEZ-PINZÓN HEREDERA DE JUAN RAMON JIMENEZ

Carmen Hernández: «Juan Ramón tenía un encanto extraordinario»

Hija de Francisco, el sobrino más querido del poeta de Moguer, gestiona la obra de Juan Ramón y Zenobia, inmersa en una frenética actividad editorial que ya tardaba y que hace justicia a una poética esencial. El autor de 'Espacio' es ya el indudable gran referente de las Letras españolas y su prestigio se agiganta a cada paso. Ha llegado por fin su tiempo.

PORDirectora Editorial de
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-¿Cómo se gestiona la obra del poeta más importante español del siglo XX?

-Es algo tremendamente complejo, porque Juan Ramón no es un poeta sencillo, no es fácil de editar. Lo que pasa es que yo he tenido un maestro excepcional, que ha sido mi padre. Él ha estado dedicado a la obra desde que yo nací, pues Juan Ramón muere en el 58 y yo también soy de esa época, entonces desde muy pequeña he estado en contacto con su vida y su obra, aunque no fui consciente de su importancia hasta mayor, porque en mi casa se ha vivido con naturalidad. Juan Ramón era uno más y siempre hemos visto a mi padre metido en el despacho transcribiendo textos, ordenando libros, dejándose las pestañas en los archivos Sobre todo hay una enorme admiración, un enorme cariño y una gran responsabilidad al tener algo de tanta trascendencia en tus manos.

--¿Cómo es el mundo de lo juanrramoniano, si se puede llamar así?

-El poeta es muy complejo, su archivo es un laberinto, un laberinto maravilloso pero un laberinto -aunque he tenido el mejor maestro que se puede tener, mi padre -, y es también complicado el mundo editorial, el de los especialistas. A veces hay que hacer encajes de bolillos para poder hilvanar todo eso. Yo cada vez que me planteo un proyecto me pregunto ¿cómo le hubiera gustado a Juan Ramón hacer esto?

-¿Y tiene respuesta?

-Yo no lo llegué a conocer, pero a través de sus cartas, de leerlo a fondo, a través de todo su legado, sabemos por ejemplo lo escrupuloso que era con sus ediciones. Lo que pasa es que a veces ha dejado, yo qué sé, pues a lo mejor doce versiones de un mismo poema. Entonces hay que dilucidar cuál es el mejor, el más apropiado. Aunque esa labor se la dejamos mucho a los preparadores de los libros, si son solventes. Pero es complicado porque no todo el que se acerca al mundo de Juan Ramón trabaja con rigurosidad. En estos años hemos cometido errores, también aciertos, pero lo importante es seguir adelante y tener siempre muy presente cómo era Juan Ramón, lo que quería.

-¿Sigue negándose a que se reedite Ninfeas y Almas de Violeta?

-Por supuesto, fueron sus primeros libros y a él no le gustaron. Los trajo a Madrid con una ilusión de chaval y los poetas amigos, Rubén Darío, Villaespesa y todos esos empezaron a cortarle, a ponerle, a quitarle, a dedicarle poemas a gente que ni siquiera conocía, y él se pasó toda su vida buscando esos libros para quemarlos. Como tú comprenderás, a mí me parece una traición tremenda volver a editarlos, aunque tengo cantidad de ofertas y la gente me dice que dejo la obra incompleta.

-¿Y las antologías?

-Procuro elegir. A veces me llegan: «mira, hemos seleccionado este poema para meterlo en una antología de poesía española», y yo contesto: «no, ése no, no me elija uno que no le gustaba, porque tiene una obra inmensa y hay mucho donde escoger». Por ejemplo él enseguida renuncia a su primera época, la modernista, y por supuesto creo que hay poemas mucho mejores de la última etapa, del exilio, además nosotros por esas cosas no cobramos, o sea que cojan un poema que realmente represente lo que es la poesía de Juan Ramón.

-A mi me llama mucho la atención el olvido editorial en el que ha estado sumido todo un Premio Nobel y un poeta como él hasta hace poco. Quizá el punto de inflexión sea la publicación de Lírica de una Atlántida, en 1999, ¿no?

-Sí, fue un gran trabajo, sólo posible gracias a que la editorial, Galaxia-Círculo, envió a trabajar al archivo de Puerto Rico durante meses a Adolfo Alegre Heitzmann. Me siento muy agradecida.

- ¿A qué atribuye ese olvido?

- Estuvo el problema del exilio, de la incomunicación y la caída de la industria editorial en la postguerra, pues sólo publica en México y Argentina entonces. Y ha pesado mucho la «mala prensa».

-¿ Y qué piensa al respecto?

-Ha sido muy injusto y una completa mentira. Han contado que era un ser irascible, ha sido muy atacado por sus contemporáneos, gente que desde las universidades creó mucho odio hacia él y eso ha impedido acercarse a su figura. Yo he conocido investigadores que han venido de Estados Unidos a hacer su tesis sobre Juan Ramón y cuando han llegado a España le han dicho catedráticos: «No, mire, este señor era muy raro y muy complicado, usted dedíquese a otro mucho más fácil». En bachiller la gente pasaba por Juan Ramón con el mismo tópico. Y yo creo que Juan Ramón no se ha entendido. Le pasa a todos los genios.

-¿De algún modo los poetas que le sucedieron tuvieron que matar al padre?

-Sí, no sé quién dijo que Juan Ramón era un árbol que daba demasiada sombra y había que cortar sus ramas. ¿Cómo hacerlo? pues diciendo que no se entendía, que era un galimatías. De hecho, aún hoy creo que la última obra de Juan Ramón la entiende poca gente, pero está mucho más cerca de entenderse hoy un texto como Espacio que en su época. Todos los genios son mucho más comprendidos posteriormente, porque van por delante. Hoy, mientras otros han pasado al olvido y su obra ha quedado totalmente atrasada, obsoleta, la poesía de Juan Ramón sigue tan viva como cuando la escribió. Su última obra es casi metafísica, y es preciso haber leído mucho para comprenderla.

-¿Cómo era, entonces, el Juan Ramón que su padre recuerda?

-Me llama mucho la atención esa fama de huraño. Para nosotros es una persona afable, encantadora, cariñosa, detallista. Juan Ramón era el más querido por todos, el tío preferido, el hermano preferido, el hijo preferido, porque tenía mucho encanto y sus sobrinos lo adoraban. Ernestina de Champourcín decía que «estábamos todas enamoradas de Juan Ramón», encantaba a todo el mundo, a hombres y a mujeres. Pero se olvida que padecía depresiones mentales, en una época que la enfermedad apenas se conocía y no se trataba, no existía el prozac ni nada similar. Por lo que cuenta Zenobia con él hicieron de conejillo de Indias, con tratamientos como darles seis huevos al día y cosas así, para haberlo matado. La gente que lo conocía en Puerto Rico cuando viene a España se queda impresionada y confirma esa misma idea, que era amable, cariñoso, respetuoso con todos, entregado a los más débiles, lleno de ternura hacia los niños. Un ser insoportable es insoportable para todo el mundo, y yo creo que ninguna mujer se puede enamorar de un tirano o de un ser abominable. O sea si tantas admiradoras tuvo y tantas personas estuvieron enamoradas de él es porque tenía un encanto extraordinario.

-Su relación con Zenobia también ha sido muy denostada ¿cómo era en realidad?

-En aquella época lo habitual era que la mujer fuera una esclava del hombre y así pasaba en muchísimos escritores, pero no era el caso de Zenobia. Ella era la que mandaba en su casa, la que mandaba en la relación y la que mandó siempre en Juan Ramón. Cada día descubro cosas de ella más alucinantes, ahora que estoy organizando su correspondencia privada. Por ejemplo, fue una de las pioneras del feminismo en España, tenía todos los carnets de las asociaciones feministas, fue corresponsal del periódico La Prensa en Nueva York, luchó porque las españolas salieran al extranjero, no solamente para que estudiaran, si no para que conocieran otro tipo de vida, porque ella había pasado parte de su juventud en los Estados Unidos y sabía que había mucha diferencia en la educación de la mujer. Toda esa actividad de Zenobia se la han cargado, interesada o desinteresadamente, convirtiéndola en un ser completamente a la sombra de Juan Ramón, como dijo María Teresa León, lo más hermoso que podía decir, que ella se conformó con ser sombra, ¿no?

-La cola del cometa, decía María Teresa

-Sí, pero Zenobia tenía luz propia. Por ejemplo, Cuba no le gustaba nada, pero Juan Ramón estaba encantado allí, con muchos amigos poetas, y consiguió llevárselo a EE.UU., porque él hacía lo que ella quería.

-Estamos a mitad del llamado «trienio Juan Ramón-Zenobia», que culminará el año próximo con el 50 aniversario de la muerte del poeta y ha incluido el aniversario del Nobel, el año pasado, y de la muerte de Zenobia. ¿Para qué ha servido?

- Creo que se han hecho cosas importantes. Era una deuda que tenía sobre todo Huelva y Moguer con Juan Ramón, que se ha tenido bastante olvidado, y hasta ahora estaba satisfecha, pero no me ha gustado la falta de renovación en la Fundación.

-¿Cuál es su posición en esa vieja disputa?

-Yo creo que hay que renovar completamente la Fundación Juan Ramón Jiménez y lamentablemente, pues se me había prometido desde la Junta de Andalucía y la Diputación de Huelva, han elegido al mismo director y me he llevado un enorme disgusto, porque ha sido una persona nefasta. Yo lo que quiero es que sea un fundación cultural no una fundación política, y todas las autoridades nos han pedido que nos volcáramos con el trienio, que ellos harían esta renovación, pero no ha sido así. No queremos un político, sino un hombre de la cultura, con méritos.

-Al margen, hay muchos proyectos editoriales, cuéntenos.

- Ha salido con mucho éxito Libros de Amor, del que se ha hablado tanto; el año pasado se publicó Ellos. Estamos con los epistolarios, el primer tomo de Juan Ramón y el de Zenobia, y ahora mismo lo más próximo a salir es un álbum, que edita la Residencia, sobre la concesión del Nobel. Yo creo que tiene muchísima importancia cómo sin apoyo de nadie logra el Premio.

-¿Y cómo fue?

-España siempre presentaba a Menéndez Pidal. De hecho, el año que a Juan Ramón se le concede quedan los dos finalistas. Es más, Juan Ramón, desde la Universidad de Puerto Rico, también firma en su apoyo. Pero algunos hispanistas, no españoles, porque desde España no se hizo nada, exponen que de España lo que merece la pena realmente es Juan Ramón Jiménez, y le apoyan Gabriela Mistral y otros artistas. El libro incluirá las mejores cartas que recibió Juan Ramón, unas de enhorabuena, otras de pésame por Zenobia, recién muerta entonces.

-¿Más proyectos editoriales?

-Se está trabajando en Guerra en España, es un libro que salió ya en democracia, en edición de Ángel Crespo y Pilar Gómez Bedate, pero fue muy censurado, todavía había muchos miedos a tocar el tema de la guerra civil. Nos hemos planteado hacer una edición nueva, con todo el material que se dejó fuera. Mercedes Juliá y Mª Ángeles Sanz están trabajando en un Proyecto Vida, muy complejo. Seguimos con los segundos tomos de los epistolarios, el de Juan Ramón abarca desde el año 16 hasta el 36, y el tercero será el exilio. Otro trabajo sobre La Andalucía de Juan Ramón, donde habrá como es lógico textos sobre Cádiz, y se va a sacar ahora mismo también una edición crítica y filológica y a fondo de Dios deseado y deseante.

-¿Qué barbaridad! Del desierto más absoluto a la explosión en apenas ocho años.

-Sí, son tantas cosas ¿ah! estamos trabajando ahora en otro libro precioso La Frente Pensativa, que él dedica en agradecimiento a una serie de poetas sevillanos, como Romero Murube, que le rindieron un homenaje al que él no acudió, porque nunca quiso homenajes. Aparte seguimos con la colección Visor, 48 tomos de los que hay en el mercado ya 9. Y Monumento de Amor, que Juan Ramón dedica por entero a Zenobia, con poemas y correspondencia. Ahí queda un trabajo enorme aún, porque hay cerca de mil cartas. Y una biografía de Zenobia, y seguro que se me quedan cosas en el tintero, porque ya te digo que hay mucha gente ahora mismo trabajando.