Se extingue una sufrida generación
Su luz se fue apagando poco a poco, el hechizo del sueño entró en su cabeza para envolver sus sentidos en una densa y oscura nube que la transportó inexorablemente al mundo de las ideas. Su esencia y su recuerdo, nos acompañarán para siempre.
Actualizado: GuardarCarmen fue una de tantas mujeres a las que le tocó vivir una generación diferente por las circunstancias, los momentos o los conceptos sociales y políticos que desde los comienzos de su existencia, impregnaron los principios de una España sometida a cambios que marcarían para siempre el devenir de muchas personas de su generación.
Nacida en 1921, conoció de niña la Dictadura de Primo de Rivera y la segunda República. De mocita la fatídica y terrible Guerra Civil que durante casi tres años. Lo siguiente fue la posguerra con la carga de responsabilidad y trabajo que supuso reconstruir una España no sólo derruida en sus paredes sino en sus cimientos. Afrontar un reto como este, es algo reservado diría yo que, casi exclusivamente, a personas con una capacidad de sufrimiento y de entrega algo fuera de lo común. Posteriormente llegó la transición y por último la democratización de España.
Conocedora del carbón, el petróleo, el gas y también la vitrocerámica, supo adaptarse a las necesidades y exigencias del momento. Huérfana desde muy chica, aprobó con sobresaliente el reto que la vida le había propuesto. En su escuela de la «Viña del Majuelo», algo que recordaba con frecuencia, aprendió a leer, escribir y poco más. Casada con Fernando, excelente carpintero y compañero, supo entregarse de lleno y sin condiciones, a la dura tarea de sacar adelante a su familia dentro de las circunstancias tan particulares. Además de la España de charanga y pandereta, del pantalón remendado, de las doce horas de trabajo, de los puntos a final de mes, del televisor pagado con letras o del día de playa anual en el Puerto de Santa María, la España de muchos valores aprendidos a través del ejemplo y del día a día de nuestros padres.
Ellos, al igual que otros muchos, vivieron una España como dije anteriormente diferente, difícil. Empeñaron su vida en un proyecto a largo plazo para que otros recogiésemos los frutos de tanto esfuerzo y sudor.
Mi cariño, respeto y admiración también, a mi tío Pepe, mi tía Paca, mi tío Francisco, mi tía Ana, mis otros dos tíos: Francisco y Diego, incansables trabajadores de viña. Gracias por vuestra contribución al engrandecimiento de nuestra España y aunque ya no estáis con nosotros, os llevamos en nuestro corazón.
Por eso y a través de estas líneas, quisiera rendir un homenaje a todas las personas que lucharon por conseguir para sus hijos y sus nietos, un país lleno de realidades, de futuro y sobre todo de justicia y de igualdades sociales. Gracias por vuestra entrega a los demás, por el esfuerzo generoso y en esencia y por habernos transmitido tanta calidad humana.
Francisco González Márquez. Jerez