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LUCES Y SOMBRAS

Asignatura pendiente

Todos los lunes nos desayunamos, inevitablemente, con la misma noticia: el número de accidentes de tráfico con víctimas mortales que se producen durante el fin de semana. Tan habituados estamos a este tipo de siniestros que ya ni siquiera prestamos atención a los titulares a no ser que nos afecte de una manera más o menos directa porque los fallecidos sean amigos o conocidos nuestros. La cotidianidad de los accidentes nos hace insensibles a los dramas humanos que provocan. La sociedad los asume con resignación y hasta con cierto fatalismo; sin embargo la cifra de muertos, más de cuatro mil al año, debería preocuparnos seriamente, sobre todo cuando tenemos un volante entre las manos. Conflictos bélicos con menos víctimas acaparan mucho más espacio en los periódicos.

CARLOS DÍAZ MEDINA
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Según datos de la Dirección General de Trafico, este verano se han registrado 465 accidentes mortales en carretera y 540 muertos, 12 más que en el verano del 2006.Las cifras hablan por si solas.

Parece que las costosas campañas publicitarias que nos meten el miedo en el cuerpo con la recreación de escenas desgarradoras no dan el resultado apetecido. Tampoco el endurecimiento de las normas que regulan el tráfico o la puesta en marcha del carné por puntos han incidido de forma apreciable en la disminución de los accidentes. Los radares fijos, cuya ubicación es conocida por los conductores, pueden incluso producir el efecto contrario al deseado, basta observar su comportamiento en las proximidades de un radar estable: ajustan la velocidad al límite determinado en la señal controlada por el radar y una vez rebasada dan riendas sueltas a los caballos de sus vehículos superando ,con creces los topes que indican otras señales porque imaginan que nadie les vigila en unos cuantos kilómetros. En las inmediaciones de la curva de Torregorda, por ejemplo, donde se encuentra instalado un radar fijo, se puede comprobar, todos los días y a todas horas, como reaccionan muchos conductores al salir de la zona de cobertura del aparato. Quizás por eso sería recomendable incrementar el número de radares móviles en servicio; su efecto protector es muy superior al de los fijos, obliga a los conductores a comportarse con más prudencia porque son conscientes de que pueden ser cazados en cualquier momento y en el lugar más insospechado.

El gobierno ha anunciado su intención de tipificar como delito, igual que otros países de nuestro entorno, algunas de las infracciones consideradas muy graves por la Ley de Seguridad Vial. La medida puede ser eficaz pero es preciso completarla con otras de carácter preventivo. Como se sabe, es objeto de frecuentes comentarios la ausencia de policías locales en las calles de nuestras ciudades y la de agentes que controlan el tráfico en las carreteras, a pesar de que su mera presencia genera en los ciudadanos no sólo la sensación de seguridad sino que además crea un clima disuasorio que puede prevenir la comisión de delitos o de infracciones de tráfico.