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EE UU mantiene el fusilamiento, el gas, la silla eléctrica y la horca en las ejecuciones

Aunque suene sorprendente, Estados Unidos, el país que abandera la defensa de la democracia a lo largo y ancho del planeta, cuenta desde 1862 con el poder judicial para aplicar la pena de muerte para escarmentar a sus más peligrosos delincuentes. Y, desde que en 1976 se recuperaron las ejecuciones tras un período de prohibición de cuatro años, 38 estados norteamericanos disponen de la posibilidad de sentenciar a la condena capital a sus reos.

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El método más empleado para acabar 'dignamente' con la vida del condenado es la inyección letal. En la época moderna de los ajusticiamientos, se ha utilizado en 929 ocasiones, según recoge el Centro de Información sobre la Pena de Muerte, con sede en Washington. Es el sistema de cabecera en 37 estados norteamericanos. El uso de la dosis fatal, aprobado por primera vez por Oklahoma en 1977, no fue aplicado hasta 1982, cuando Texas recurrió a las jeringuillas para acabar con la vida de Charles Brooks. En el reo suelen insertarse dos agujas conectadas a varios contenedores. Quizá sea el método menos agresivo, pero durante una ejecución, los médicos fueron incapaces de encontrar venas en el condenado.