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El otro Raúl, Tamudo, conduce a España hacia la Eurocopa
El delantero del Espanyol abrió el gran triunfo en Dinamarca, dio el pase a Ramos en el gol de la tranquilidad y cerró el debate hasta el próximo choque del Bernabéu
Actualizado: GuardarDespués de muchos meses de sufrimiento, de travesía en el desierto, España se repuso en el momento justo, dio un golpetazo en feudo danés y dejó virtualmente sellada la clasificación para su cuarta Eurocopa consecutiva cuando cabía temerse lo peor. A Luis Aragonés le gusta apostar fuerte, el todo o nada, y acertó cuando estaba más acorralado por las deudas contraídas en Belfast, Estocolmo y Reikiavik. Pobló Aarhus de jugones, sacó al debutante Albiol en lugar del experimentado Puyol y salvó su cabeza, la de la selección. Consiguió que por unas horas no se le recordase la ausencia del 7. Tamudo, el otro Raúl, estuvo soberbio y determinante. Marcó un gol, dio el pase a Ramos en el segundo e hizo olvidar a los delanteros más renombrados.
¿Grande Tamudo! Nunca falla. No tiene la potencia de Torres, ni su zancada, ni es tan mediático, pero dentro del área es listo como pocos y tiene el gol en las venas, más que el ariete del Liverpool. Después de dos años largos ausente de la selección, al espanyolista le llegó su gran oportunidad en el momento decisivo. Conoció que iba a jugar la víspera, cuado la lesion del Kid se sumó a la de Villa, y de pronto se convirtió en el centro de todas las miradas. Pero a punto de cumplir 30 años, con más de 100 goles en Primera y la experiencia de haber jugado finales de la Copa del Rey y de la UEFA, no le tembló el pulso. Si en su equipo se sale, qué no podría hacer en Aarhus, rodeado de Xavi, Iniesta y Cesc.
El Raúl sobre el que nadie debate se movió bien arriba y la primera que tuvo la convirtió en gol, en su quinta diana tras 10 internacionalidades. Fue un preciso centro de Iniesta, tras un recorte hacia adentro, que cabeceó en parábola y a contrapié del portero. Y lo celebró sin aspavientos, como si no hubiera hecho nada. Y acababa de rescatar a España de una situación de máximo riesgo. Se llevaban 14 minutos de juego y la selección rubricaba su dominio en el juego, en ese centro del campo que tanto le preocupaba a Luis y que llenó de 'peloteros'. La Eurocopa estaba encarrilada. No contento con ello, cerca del descanso Tamudo tiró una pared sensacional a Sergio Ramos que éste convirtió como si fuera un delantero de toda la vida, con sangre fría y toque sutil. Los daneses quedaban hundidos en el Báltico. Como en la Eurocopa'84, el Mundial'86 y la clasificación para la Copa del Mundo de 1994, caían víctimas de su bestia negra.
Complejo danés
Ante un rival asustado, acomplejado de antemano por esa historia terrible ante España, la selección salió dispuesta a imponer su ley. Sabedora de que todo lo que no fuera perder le servía, se apoderó del balón y no lo rifó. Si sus rivales estaban obligados a encimarles y no se atrevían, peor para ellos. Era cuestión de tocar, de asociarse, de no perder jamás la concentración, de jugar siempre con un ojo mirando atrás, y de esperar el momento. Faltaba ritmo, pero ese partido le beneficiaba a España. Si el balón es tuyo, el aversario no aprieta y su defensa es pésima, el éxito parece asegurado. La zaga nunca ha sido el fuerte danés y menos aún si les faltaban tres titulares, el lateral Jakobsen y los centrales Agger y Gravgaard.
Ni en sueños se pensaban los hombres de Luis que iban a disfrutar de su noche más cómoda justo en Dinamarca, donde les esperaba una final y un rival, en teoría, con sed de venganza. No habían sido capaces de vencer ni en Islandia, donde este sábado ganó hasta Letonia, y el panorama pintaba fatal. Luis tuvo que improvisar, la polémica sobre Raúl, el madridista, seguía en el ambiente, y el Europeo peligraba. Era el momento de dar la talla, de que Xavi, Cesc e Iniesta desactivaran con fútbol la energía de los nórdicos, que una y otra vez intentaron cargar el juego sobre Gronkjaer pensando que Ramos dejaría huecos pero se equivocaron. Y cuando el madridista se fue al ataque, les apuntilló.
El caso es que Iker no sufrió en todo el primer tiempo, si acaso cuando el árbitro no vio una mano tonta de Cesc que pudo ser penalti y quizá el 1-1. Desde la lejanía, se lamentó de que justó antes del reparador intermedio un disparo de Cesc se estrellara en el larguero tras un mal despeje de su colega Sorensen, el portero suplente del Aston Villa.
Los daneses acucharon más en la reanudación. No tenían más remedio. Morten Olsen tiró de Brendtner, fornido delantero del Arsenal, y los suyos se dejaron de zarandajas y buscaron un fútbol más directo. Tras ver que Casillas ya tenía trabajo y con 0-2, Luis fue amarrategui y buscó más envergadura con la entrada de Pablo en lugar de Albelda, que se marchó algo molesto. Marchena pasó a ser el pivote defensivo. Más tarde, quitó a Cesc y buscó más frescura con Luis García. Los locales lo intentaron hasta el final, se estrellaron contra la madera y cuando acortó distancias Tomasson ya era tarde. Por si acaso, Riera, el otro debutante, evitó sufrimientos. Objetivo cumplido. Ahora, tampoco es cuestión de sacar mucho pecho.