Cultura

¿Gadir o las islas de Gadeiras?

Arqueólogos de Cádiz abogan por buscar los restos de un estado fenicio en lugar de una sola ciudad primigenia

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Desde que comenzaran los primeros trabajos en el yacimiento de Doña Blanca, los arqueólogos se han afanado en encontrar los vestigios de la mítica Gadir, el primer asentamiento fenicio fundado allá por el 1.100 a. C. donde ahora se levanta la actual Cádiz. Así, durante años, la búsqueda de la que sería la ciudad más antigua de Occidente ha centrado todos los esfuerzos de estos expertos. Hasta hace poco los restos más antiguos -siglo VIII a. C.- habían aparecido en El Puerto, pero los últimos descubrimientos en el Solar del Teatro Cómico y en el cerro de El Castillo han colocado a Cádiz y Chiclana en el primer puesto, por lo que ahora son tres las zonas que se reparten el privilegio de acoger bajo el subsuelo ese núcleo fundacional primigenio. No obstante, las investigaciones más recientes han llevado a los arqueólogos de la provincia a decantarse por un concepto plural, un auténtico estado occidental. «Los fenicios fundaron varios asentamientos en distintas islas, por lo que no tiene sentido buscar un solo Gadir», apunta Paloma Bueno, responsable junto a Juan Cerpa de las excavaciones en el centro de Chiclana. Diego Ruiz Mata, director de los trabajos en Doña Blanca y catedrático de Prehistoria de la UCA, refrenda esta opinión: «los griegos llamaban a Cádiz gadeiras», un entorno al que se accedía desde «el Templo de Melkart, la puerta de occidente», que se cree que se encuentra en Sancti Petri, el islote situado frente a las costas de Chiclana y San Fernando.

Juan Miguel Pajuelo y José María Gener, han sacado a la luz en el solar del antiguo Cine Cómico de la capital gaditana, donde actualmente se construye el futuro Teatro de la Tía Norica, los restos más antiguos de la ciudad. Un muro fenicio datado en el siglo VIII a. C y restos materiales, muebles como lucernas, phitois -vasijas destinadas al almacenaje y transporte-, cuencos y platos han sido los hallazgos más recientes, junto a una fíbula, un peculiar objeto de bronce similar a un broche que se usaba para unir las prendas que componían el vestido. Esta última pieza, que presenta un perfecto estado de conservación, ha sido estudiada en los últimos días por una experta en orfebrería antigua del CSIC con la intención de determinar más detalles sobre su origen. «Estamos pendientes de que se le realice un estudio analítico junto a otros restos hallados en el yacimiento», explica Juan Miguel Pajuelo, actual director de los trabajos arqueológicos en el Cómico. Tanto este experto como su compañero José María Gener corroboran esta teoría en su base pero siguen creyendo en la existencia de un núcleo central (Gadir) a partir del cual se desarrolló el Cádiz fenicio, un epicentro que localizan en las entrañas de la capital.

Carácter sacro

Tras 30 años de estudio e investigación en torno a la cultura fenicia, Diego Ruiz Mata considera que Cádiz tuvo más bien una función religiosa al servicio del templo de Melkart, al no haber evidencias claras de que en la zona del Cómico hubiera antaño una ciudad fenicia. A este punto «no se le ha dado la relevancia suficiente por el desconocimiento de algunos arqueólogos de la importancia que tenía la religión en la Antigüedad», apunta el catedrático. En cuanto al yacimiento de Chiclana, por su proximidad al santuario, reconoce que es probable que en aquel lugar «vivieran sacerdotes, siervos, astrónomos, jueces y todos los que estuvieran al servicio del templo».

Su experiencia al frente de las prospecciones en Doña Blanca le permiten asegurar que hasta el momento es la única polis o ciudad estado que ha aparecido en la Bahía de Cádiz, un yacimiento que cuenta con casi 7 hectáreas de extensión y que se comenzó a habitar a finales del siglo IX a. C o principios del VIII a. C. Se han exhumado cerca de una decena de viviendas así como más de un millón de fragmentos de cerámicas. Por otro lado, se han encontrado vestigios de escritura fenicia en algunas de estas piezas. «Doña Blanca inauguró una primera secuencia histórica, es un paradigma de carácter internacional», apostilla Ruiz Mata, quien no duda en reconocer que el yacimiento portuense es su vida. «En breve vamos a presentar un libro sobre Doña Blanca y, una vez que se publique, queremos abrir un nuevo proceso de excavaciones», ya que en la zona aún queda mucho por desenterrar. «Es una suerte que todo se conserve tan bien ya que no se ha construido encima», apunta el profesor. En este sentido, es innegable que Doña Blanca ha servido para dar una idea de los usos, costumbres y planificaciones urbanísticas propias de la cultura fenicia.

Chiclana, trimilenaria

Paloma Bueno Serrano se confiesa excitada y sorprendida por los últimos descubrimientos en el cerro de El Castillo (Chiclana), ya que no se esperaba que fueran a encontrar vestigios de los fenicios en la zona. «Todavía hay que excavar más para saber si se trata de una zona industrial o de una ciudad porque sólo hemos explorado 35 metros cuadrados», pero por ahora han aparecido 38 metros de una muralla del siglo VIII a. C. construida a la manera fenicia, varias dependencias rectangulares «con pavimentos que no habían aparecido antes en otros yacimientos de la provincia», los restos de un horno de pan y fragmentos cerámicos de diversa índole. Además, el yacimiento sigue fielmente los patrones fenicios al encontrarse en un promontorio próximo a la costa y al río Iro.

Este hallazgo histórico en Chiclana ha obligado a retrotraer el origen de la localidad, que hasta ahora se establecía hace 700 años, hasta los 3.000 años. Un orgullo para sus habitantes que a partir de ahora podrá presumir de su linaje trimilenario.

Sin embargo, en el cerro han aparecido vestigios de una civilización autóctona más antigua, correspondiente al periodo del Bronce Final (1.200 a. C. hasta 700 a. C), que «sería la que recibiera a los colonizadores fenicios». Según Paloma Bueno y Juan Cerpa, el resultado de la convivencia entre ambas daría lugar a la cultura turdetana, relacionada estrechamente con la emblemática Tartessos. La primera excavación realizada en la zona, de la que se han obtenido estos espectaculares resultados, dio comienzo en septiembre de 2006 y ha durado cerca de un año. Aunque no pueden concretar el momento de su fundación, los responsables certifican que se trata de un asentamiento abandonado en el s. VII a. C. «Todavía estamos estudiando los materiales encontrados, han aparecido alrededor de 2.000 fragmentos», sostiene Paloma Bueno.

Recientemente, esta pareja de arqueólogos han realizado una segunda cata en el patio del colegio El Castillo. Aunque han encontrado vestigios del Bronce Final, «no ha aparecido nada fenicio». Su voluntad ahora es continuar las excavaciones en la zona. «El Ayuntamiento se ha reunido con el delegado provincial de Educación para intentar reubicar el colegio», explica Paloma Bueno, «además, se encuentra en una zona peligrosa por los desprendimientos de tierra». Mientras tanto, las exploraciones arqueológicas proseguirán en la calle Ánima, bajo la cual se extienden la muralla y las viviendas desenterradas. «Va a ser muy emocionante, pero tenemos que esperar a que el Consistorio llegue a un acuerdo con la promotora», reconoce esta experta, en esta ocasión «vamos a usar métodos de datación más exactos, como el carbono 14 o la termoluminiscencia».

Las futuras excavaciones que se lleven a cabo en la provincia y los hallazgos venideros confirmarán o refutarán las teorías de estos arqueólogos, despejando así las últimas dudas sobre la historiografía local y los puntos oscuros de la enigmática Gadir.

aleñador@lavozdigital.es