El Nobel de la Paz da un espaldarazo a la lucha contra el cambio climático de Al Gore
Comparte el premio con el Panel Intergubernamental de la ONU La dote económica la donará a la Alianza para la Protección del Clima, de la que es presidente
Actualizado:Madre Teresa, Martin Luther King, Rigoberta Menchú y ¿Al Gore? Peores sorpresas ha dado el Nobel de la Paz, háblese de Henry Kissinger o Yasir Arafat, también receptores de un premio para el que estuvo nominado el mismísimo Adolf Hitler en 1939. En este caso, mucho más honorable, el Comité Nobel de Oslo pretende dar un impulso «al individuo que más ha hecho para crear un mayor entendimiento mundial de las medidas que han de adoptarse» para frenar el calentamiento global. Un proceso que «puede incrementar el peligro de violentos conflictos y guerras».
Hace tres semanas el ex vicepresidente pedía en la ONU a los líderes del mundo que no desaprovechasen la oportunidad de obtener «el nivel de autoridad moral y la seriedad de propósito» que requiere la lucha contra el cambio climático. Ellos se fueron sin escuchar su llamado, al que respondió ayer la academia sueca con este Nobel de la Paz. Con él premia sus esfuerzos para «construir y divulgar un mayor conocimiento sobre el cambio climático causado por el hombre y fijar las bases de las medidas que son necesarias para contrarrestar ese cambio».
Una declaración en sí misma contra quienes todavía niegan la mano del hombre en el cambio climático, y hasta contra los que se han apuntado tarde a esta tendencia, empezando por el propio presidente George W. Bush, que para algunos robó el cargo a Gore.
El premio más prestigioso del mundo proporciona al ex vicepresidente reconvertido en apostol de la ecología un respaldo moral sin precedentes para el ganador de un Oscar. Por sus devaneos con las estrellas en las fiestas de Hollywood y el éxito comercial de su documental Una verdad incómoda, el cuarto que más dinero ha recaudado en la historia de EE UU, Gore corría el peligro de ser asociado más con la moda ecológica que con el peso de la ciencia. De hecho, esta misma semana un juez británico del Tribunal Supremo decretaba que la proyección de su documental en los colegios debe ir acompañado de una advertencia que señale su carácter partidista y nueves errores de «alarmismo o exageración» que ha encontrado.
Cierto es que tras el embarazoso titular se perdieron las alabanzas del juez Michael Burton sobre el valor pedagógico del documental «que se basa sobre afirmaciones y hechos científicos». La academia sueca coincidía con el juez británico en la urgencia con la que que hay que afrontar el cambio climático «que puede alterar y amenazar las condiciones de vida de buena parte de la raza humana», advertía Oslo.
Acción urgente
Una declaración que no podía estar más en línea con la del ganador, a menudo acusado de apocalíptico. «Nos enfrentamos a una verdadera emergencia planetaria», dijo ayer en un comunicado en el que agradecía el honor de compartir el premio con el Panel Intergubernamental de la ONU. «La crisis climática no es un tema político, sino un reto moral y espiritual para toda la humanidad. Esta es también nuestra mejor oportunidad para elevar la conciencia global a un nivel más alto».
Gore no regateaba escalofríos a la audiencia. Desde Palo Alto (California) recordaba que según los niveles registrados en los últimos meses el deshielo del Polo Norte ha aumentado otro millón de millas cuadradas, equivalente a seis veces el tamaño de California. «A ese ritmo toda la capa del Polo Norte, que se necesita en verano para enfriar este planeta, puede desaparecer por completo en menos de 23 años». Con ello recrudencia la urgencia del llamado a tomar acciones inmediatas.
En su último libro, el ex presidente Bill Clinton bromeaba sobre lo contento que está de que el mundo esté escuchando el discurso que Gore le soltaba todas las semanas durante los ocho años que compartieron el ala oeste de la Casa Blanca. Ayer se apresuró a felicitarle en un comunicado público.
«Al Gore ha estado alertándonos y educándonos sobre los peligros del cambio climático durante décadas», dijo. «Lo vio venir antes que otros en la vida pública y nunca dejó presionarnos para que emprendiéramos acciones para salvar al planeta incluso cuando enfrentaba la indiferencia del público y los ataques de aquéllos decididos a defender lo indefendible». Léase Bush y la cúpula más conservadora del Partido Republicano
Rico desde la cuna
Gore, hijo de un senador de Tennessee, siguió los pasos de su padre y elevó sus metas al competir fallidamente por la presidencia en 1988, cuando ya la lucha ecológica ocupaba un espacio importante en su agenda. Sin embargo no fue hasta que culminó su mandato con Clinton cuando repitió la experiencia con serias posibilidades de ganar. De hecho, en las elecciones de 2000 obtuvo 300.000 votos más que Bush, aunque la distribución de escaños electorales le dejó 537 votos corto en Florida, donde el Tribunal Supremo no permitió un recuento que pudo haberle dado la vuelta a la suerte de EE UU y del mundo.
Si el reconocimiento del premio aumentará su prestigio y el peso específico de su lucha, la dote económica servirá para «una campaña de bases con anuncios masivos en EE UU y en el mundo para cambiar la percepción de la gente sobre la urgencia de la crisis climática», anunció ayer. Gore donará la mitad que le corresponde de esos 1,5 millones de dólares a la Alianza para la Protección del Clima, despejando así las críticas de quienes no veían con buenos ojos que tal cantidad de dinero fuera a caer en manos de alguien adinerado desde la cuna. «Una cantidad muy pequeña en comparación al enorme reto que tienen por delante», advirtió.
Por su parte, prometió pensar bien «cómo usar este honor para acelerar los cambios de conciencia social», dijo. «Y ahora me vuelvo a trabajar, esto es sólo el principio».