Nobel oportuno
La concesión del Premio Nobel de la Paz al ex vicepresidente de EE UU Al Gore y al Panel Intergubernamental contra el Cambio Climático de la ONU rebasa el reconocimiento del compromiso personal e institucional de los galardonados a fin de sensibilizar sobre la responsabilidad del hombre en el deterioro medioambiental. La prestigiosa distinción permitirá, en este caso, reforzar la consideración de los problemas derivados de la destrucción de nuestro entorno como un asunto ineludible en la agenda política, cuya repercusión puede afectar a los equilibrios internacionales y ensanchar la brecha entre el mundo rico y el pobre. Al tiempo que resulta inevitable interpretar el oportuno espaldarazo a Gore como una objeción implícita a la renuente actuación de la actual Administración estadounidense frente a los riesgos de la devastación del planeta, así como a la inacción del conjunto de las potencias occidentales.
Actualizado: GuardarLos recelos y discrepancias que ha despertado en la comunidad científica -y también en alguna instancia judicial- el tono catastrofista del documental 'Una verdad incómoda' promovido por Gore empañan el rigor y la exactitud del mismo. Pero es incuestionable que la popularización de los contenidos de la cinta se ha transformado en el instrumento quizá más incisivo de los últimos años para concienciar a la ciudadanía no sólo de los peligros globales que encierra en cambio climático, sino sobre la relevancia de enmendar la actuación del ser humano. Probablemente sea excesiva la crítica del ex dirigente norteamericano contra la ausencia de un consenso entre los científicos, cuya labor ha de basarse en la verificación escéptica. Pero sí resulta cada vez más imprescindible un acuerdo político amplio en el diagnóstico de lo que implica el calentamiento de la Tierra y en el impulso a un liderazgo compartido a fin de combatir sus consecuencias.